Desde hace cinco meses la casa donde conviven en Nordelta tiene otra apariencia. El color rosa se apoderó del ambiente y de los regalos que reciben a diario. Mientras la cachorra boyero Mía que la pareja se autoregaló para Navidad corre en el jardín, a pocos metros Camila Cavallo (22) acaricia a sus gatos Lolo y Mila. “Amo a los animales, son mi cable a tierra. ‘Marian’ sabía que no había otra opción, ellos venían conmigo”, dice Camila sobre las mascotas que se trajo de su departamento de Palermo cuando Mariano Martínez (38) le propuso convivencia. Tomaron esa decisión a los pocos días de celebrar juntos el resultado positivo del test de embarazo, luego de siete meses de noviazgo.“No nos sorprendimos de la noticia, desde el primer momento de la relación queríamos tener un bebé. Los dos amamos a los nenes, nos encantan las familias numerosas”, asegura Camila, novia del actor a cuatro meses de dar a luz.
Mariano vio un video de Camila en su Instagram y la invitó a cenar. Ella tardó en responder y lo sedujo más. “Apenas nos vimos fue un flash, a los dos nos pasó lo mismo. Con las salidas nos fuimos conociendo y no nos separamos más. Me enamoró su persona, es un compañero incondicional con el que puedo hablar de todo. También me enamora cuando lo veo con sus hijos, da todo por ellos. Construimos una relación hermosa, nos vivimos diciendo lo que sentimos. Si bien nosotros bromeamos que nos separan cuatro mundiales, nunca sentimos la diferencia de edad”, confiesa.
Rodeada por sus acrílicos, pinceles y lienzos, Camila calma la ansiedad con una de sus pasiones: pintar cuadros. Al lado, Olivia (7) y Milo (3), los hijos que Martínez tuvo con Juliana Giambroni (27), la imitan con sus acuarelas. “Apenas conocí a los chicos de Mariano, tuvimos una linda conexión. Con Juliana también me llevo bárbaro. Siempre promoví los buenos vínculos, es lo más sano”, cuenta mientras se toca la panza y exclama: “¡Es terrible cómo se mueve ahora Alma! La siento un montón. Patea más a la noche cuando como chocolate, ¡en eso salió a la madre! Al comienzo del embarazo me hizo renegar un poco, pero hoy la gorda es una santa”.
—¿Por qué la hizo renegar?
—Los primeros tres meses tuve muchas náuseas y estaba cansada todo el tiempo. Me acuerdo que decía:“¡si los nueve meses van a ser así, me voy a morir!”. Después nunca más tuve molestias, hoy vivo el embarazo con disfrute. ¡Quiero que nazca ya!
—¿Tiene antojos?
—¡Sí, muchos! Siempre fui de buen comer y ahora eso se potenció. Tengo antojos de cosas saladas, dulces. Paso por una vidriera y me tienta todo. Nunca hice dieta porque tengo buena genética, sí me cuidaba con algunas comidas por una cuestión de salud. Venía comiendo sano con Mariano, pero lo estoy llevando por mal camino (Risas). Agarré el estilo de comida chatarra, cada vez que quiero una hamburguesa o factura, me complace y comemos juntos. Me gusta vivir el embarazo relajada. Aparte lo compenso con gimnasia. Si bien dejé de hacer crossfit, sigo yendo al gimnasio con Mariano. También andamos en bici. Me encanta la actividad desde la vitalidad que te da.
—¿De chica deseaba ser madre joven?
—Sí, toda mi vida mi prioridad fue ser madre y formar una familia. Siempre me gustaron los chicos, en todos los cumpleaños era la que tenía un bebé encima. Cuando me vine a Buenos Aires hace tres años a trabajar como modelo, empecé la carrera de Profesorado de Educación Inicial. Me fascina estar con los niños. Lo heredé de mi mamá que fue docente y ahora es directora de escuela.
—¿Olivia y Milo cómo recibieron a Alma?
—¡Genial! Si bien pueden tener celos comunes de chicos, los dos están felices de tener una hermanita. Hace poco fuimos con ‘Oli’ a comprar ropa y ella decía que Alma también tenía que tener su regalo. Milo es un amor, súper dulce. Y Olivia es una artista en potencia, empezó sus clases de comedia musical y está feliz. Le encanta vestirse, cantar y hacer shows.
—¿Qué hobbies tiene?
—En los momentos libres me gusta mucho pintar cuadros, en acrílicos y lienzo, mientras escucho música. Siempre me gustó dibujar y cuando hice Diseño de Indumentaria aprendí muchas técnicas. Ahora que por el embarazo estoy más tranquila con el trabajo, tengo más tiempo para pintar y lo aprovecho. También me encanta limpiar como terapia.
—¿Le gusta cocinar?
—Me fascina, era de observar bastante a mi mamá y a mi abuela cuando cocinaban y después probaba, sin receta, sólo con lo que me acordaba. Me gusta lanzarme e improvisar con los platos. A veces le hago tartas y tortas a Mariano y él me agasaja con asados, es el mejor asador.
Camila nació en Santa Fe capital, en el seno de una familia numerosa. Sus dos hermanas más grandes y su hermano menor siempre la incentivaron para que se presentara en castings de modelo. Su timidez, al comienzo, se lo impedía. Bastó sólo tiempo para que perdiera la vergüenza y su belleza se impusiera. “Antes de morir, mi papá me elogiaba cada vez que veía mis fotos de las producciones. Mi mamá también, aunque por su afición a la enseñanza quería que nunca dejara de estudiar. Hace poco vino a visitarme a Buenos Aires y Mariano conoció a su suegra y a sus cuñados. Queremos ir juntos a Santa Fe pero cuando nos organicemos mejor con los chicos”, detalla Camila.
—¿Cómo fueron sus inicios de modelo?
—A los 14 años mis amigas y familiares me convencieron para que vaya a un scouting de Pancho Dotto. Me presenté, éramos 800 chicas y me eligieron entre las 10 que seleccionaron para un desfile. Lo tomaba como un juego hasta que fui creciendo y se convirtió en mi profesión. Cuando terminé la secundaria me fui a vivir un año a Rosario, donde estudiaba Diseño de Indumentaria, mientras trabajaba como modelo. Me encantan las campañas publicitarias porque puedo actuar. Por eso, a su vez hago teatro.
—¿Cómo definiría su personalidad?
—Era tímida de chica. Después con los años fui perdiendo la timidez. Soy muy independiente. Si bien me gusta que la vida me sorprenda, siempre estuve segura de lo que quería. No soy de proyectar tanto, sólo me muevo para lograr lo que deseo. Sigo mi intuición sin pensarlo.
—¿Cómo se lleva con la exposición?
—Bien, no me molesta, la vivo tranquila. Siempre hay opiniones buenas y malas, estoy muy segura de lo que soy. Si bien mucha gente habla y no mide el daño, sé qué cosas tomar como críticas constructivas y cuáles ignorar. Desde el principio lo hablamos con Mariano, él me explicó cómo era todo. También sabía que eso era parte de la relación.
—¿Cómo se imagina el día que tenga por primera vez a Alma en brazos?
—¡Como un momento mágico! Todos los días soñamos con ella. Los dos queríamos que sea una nena. Nos preguntamos cómo será, a quién saldrá. ¡Yo quiero que tenga la cara de Mariano! Como madre primeriza tengo algunos miedos, pero me da tranquilidad la experiencia de él como padre. Me cuida todo el tiempo, es el mejor compañero. Vamos juntos al obstetra, no quiere perderse ninguna ecografía. Tengo fecha para julio, ojalá sea parto natural pero, si por algún inconveniente tiene que nacer por cesárea, no tendré drama. Sólo deseo que tenga buena salud. Me siento plena, contenta, disfrutando de lo que siempre soñé: formar una familia con el amor de mi vida.
Por: Naiara Vecchio
Fotos: Gabriel Machado