Pocos minutos faltan para las siete de la tarde del domingo 18 de febrero y Guillermina Valdes (40) llega puntual a la entrevista con CARAS. Sentada con un café en mano en la mesa de un bar de Palermo, su sonrisa y piel joven ignoran el agobio de los 38 grados de sensación térmica de Buenos Aires. Recargada de ideas. Así arribó hace una hora de Punta del Este junto a su pareja desde hace seis años, Marcelo Tinelli (57), y a su hijo Lorenzo (3). Más que descansar, lo que principalmente hizo la modelo y empresaria durante el verano fue leer e investigar.
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Hace varios meses que su nuevo emprendimiento la tiene ocupada y entusiasmada. “A mediados de año lanzaré una página donde compartiré mi experiencia como mujer. Habrá un equipo de profesionales (médicos, psicólogos, nutricionistas, entrenadores, etc.) que se expresarán y ayudarán a quienes lo necesiten para alcanzar un bienestar. Es un proyecto sobre el cuidado personal a través del entrenamiento, la alimentación y una línea de cosméticos que sacaré. Pero también abordaremos la sustentabilidad y la preservación del medio ambiente, con un aspecto social donde transmitiremos lo que hacemos a varios sectores de la sociedad”, cuenta la mamá de Paloma (17), Dante (15) y Helena (12) —fruto de su relación con Sebastián Ortega (44)—.
Guillermina siempre fue una niña aplicada y tranquila. “De chica llamaba la atención por mis piernas largas y mi piel transparente. Era como un avatar medio raro. En ese momento me pesó ser la larguirucha del grupo. Después empecé a tener mis curvas y me acepté”, dice sobre su infancia en Necochea.“Me cuesta considerarme bella desde lo físico. Para mí la belleza está en lo que uno construya en su vida, en su seguridad como mujer integral”, agrega mientras deslumbra como imagen de la última colección de su marca Valdez.
—¿En qué se basa la nueva campaña donde muestra un nuevo look?
— Siempre tratamos de acompañar a la mujer en algún proceso en particular. En este caso, nos inspiramos en la mujer empoderada y en su lucha por la igualdad de género. No es una colección donde la mujer se viste de hombre. Aludimos al Power Dressing —el poder de la ropa para definir la posición de una persona—. En el ‘88 salió una película que hablaba sobre el lugar que empezaba a ocupar la mujer en las empresas y lo importante que era su forma de vestir. Nos interesó cómo se fue posicionando a través del cambio de vestimenta. Más allá de que todavía la mujer no logró estar a la par del hombre en base a salarios y a otros aspectos de la vida, tenemos una mirada optimista de que hay un avance femenino que va reduciendo esa diferencia. La producción refleja esta idea. Me gusta la política, estar informada y ser parte del interesante proceso que está atravesando la mujer.
—¿Cuándo se sintió una mujer empoderada?
—En los últimos años hice todo un trabajo personal que, en algún punto, me fortaleció. No significa que antes estaba en una cárcel, sino que inconscientemente en ese momento por tener hijos chicos me costaba salir de ciertos lugares. Era una parte que tenía dormida. El lanzamiento de mi marca fue importante para ese fortalecimiento. Desde que me separé de mi primer matrimonio, construí con mi socio y amigo Fabián Paz la línea Valdez. Eso fue un puente para comenzar ese cambio personal, me dio fuerzas y sentí esperanzas sobre mi independencia, mi autosuficiencia económica e identidad en la sociedad. Porque como madre y mujer ya estaba realizada. También en ese último tiempo me la jugué y defendí mi faceta de actriz para lo cual me había capacitado. Lo loco es que ahora que me llegan las propuestas actorales que tanto deseé, no puedo hacerlo. Estoy centrada en mi nuevo proyecto de la página web. Volveré a actuar pero cuando tenga más tiempo.
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El 2018 encuentra a Valdés en su mejor momento: madura, serena y plantada en sus objetivos. La plenitud de su mirada también tiene mucho que ver con su entrenamiento y alimentación. “Hago crossfit tres o cuatro veces por semana, me gustan los ejercicios de fuerza. Así flaca como me ves, levanto bastante peso. Trabajar con mi propio cuerpo me hace sentir más fuerte en la vida. También ejercito la flexibilidad haciendo yoga”, destaca quien desde los 25 años no toma más sol en la cara. “Cuando todos están bronceados, yo estoy blanca como un fantasma”, bromea y evidencia ese cuidado en su rostro carente de arrugas. “Como de todo: carnes y verduras. Pero trato de que los platos sean lo menos procesados y más cercanos a la naturaleza. Y últimanente ingiero poca azúcar porque no me estaba haciendo bien”, completa a la vez que asegura que tarda poco en producirse.