Un sol primaveral que ya anticipa los primeros días de calor se filtra por cada uno de los grandes ventanales del glamoroso piso de Barrio Norte. Los añosos árboles de la plazoleta ubicada justo enfrente del edificio le aportan el más porteño y colorido de los paisajes. Una aspiradora robot recorre cada rincón del departamento para que allí todo brille y luzca impecable. Los ambientes aún están vacíos. Sólo hay un par de sillones y plasmas. Y la cocina ya comienza a tomar forma, en blanco y dorado. Es el nuevo hogar de Vicky Xipolitakis (32). Y la prioridad la tiene Salvador, el hijo que espera junto a su marido ante la ley americana, Javier Naselli (53).
“Mi prioridad absoluta hoy es mi bebé. ¡A tal punto que se lo comió a mi ego! Desde hace 7 meses sólo vivo por y para él. Apenas me enteré que estaba embarazada comencé a comprar de todo para Salvador. Por eso ya le pude armar su habitación tal y como siempre la soñé. Como en Nueva York tengo mucho tiempo libre mientras Javier trabaja, yo salgo a hacer compras y buscar todas las novedades que salen para bebés. ¡Para él le compré todo lo mejor! Hasta su trajecito con chaleco blanco, camisa y moño para el bautismo ya me lo mandaron de una casa especial de Europa. ¡Es soñado! Porque a mi hijo le voy a poner siempre lo mejor. ¡Siento que ya, desde la panza, lo estoy malcriando! Le compré ropa muy canchera, de las mejores marcas, con jeans, camisitas, moños y zapatitos haciendo juego. Todo muy divertido porque lo aburrido me cansa”, exclama Vicky. Más tranquila, con la felicidad y los nervios de estar transitando sus últimos meses de embarazo, no puede evitar emocionarse al contar que celebrará su primer “Día de la Madre”.
“Aunque voy a estar en Nueva York porque allá tengo mi último control con el Dr. Tepper y debo terminar de decorar el cuarto de Salvador en el departamento y en la casa de los Hamptons, igual lo voy a festejar porque con Javier estamos viviendo los momentos más felices de nuestras vidas. Y todo lo que experimentamos somos conscientes que nos va a quedar en el corazón por el resto de nuestras vidas”, repite con la voz entrecortada. Experimentando también sus primeros pasos como “ama de casa” se anima a preparar café y sirve jugos de frutas con cereales como buena anfitriona.
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“Me siento muy bien. Gracias a Dios tuve un embarazo hermoso. Aunque a partir de los seis meses me siento un poco pesada. ¡Lo que pasa es que como por tres! Entonces tengo como ataques de acidez, lo que se llama pirosis, y se me pone la panza muy dura. Eso me llevó a la urgencia de la clínica la otra vez porque lloraba del dolor. Pero no fue algo grave ni quedé internada; simplemente me pusieron un suerito y me pasó. Después me dijeron que era normal en las embarazadas”, cuenta con su enorme sonrisa iluminándole el rostro.
En el cuarto de Salvador Uriel ya no falta nada a pesar de que ella asegura que aún le restan detalles muy importantes. Una gran cuna funcional con un tul para cubrirla preside la habitación íntegramente blanca. Un cubrecama tejido con el nombre del bebé que se repite en el costado de la camita. Un móvil suspendido con nubecitas y las más tiernas melodías infantiles que la bella mujer rubia maneja desde un control remoto del que cuenta también se pueden proyectar estrellas en el techo.
Alfombras en forma de oso sostienen un pequeño pelotero en celeste y blanco. También ya está listo su “huevito” para transportarlo o incluso hacer una siesta, ya que con otro control se mueve en todas las direcciones acunando al bebé mientras suenan otras dulces melodías. Y para la hora de salir a pasear, Vicky ya se trajo un gran cochecito realizado con el cuero blanco que tapizan los asientos de las Ferrari que, además, tiene su capota en piel y un pie para calzarle a las ruedas un esquí para llevarlo a la nieve. También tiene un inodorito funcional, más de treinta chupetes, baberos, calienta-mamaderas, termómetros, baby call, ositos y juguetes.
“¡Ya está todo listo para que Salvador llegue y me convierta en la mamá más feliz del mundo! Aunque ya lo soy. Pero estoy ansiosa. Un poquito nerviosa y con los temores lógicos. Por ahí me asusta sentirme con taquicardia y todas los síntomas que me dicen que son normales. Por las dudas, el doctor me dio vitaminas prenatales y hierro para estar bien fuerte esperando a mi hijo”, cuenta emocionándose ante cada palabra que involucra a su hijo. Para Vicky hoy no existe otro tema. Su vida gira sólo entorno al bebé que patea inquieto en su panza.
“Como mucho y todo el día. Pero no me importa engordar. Igual el médico me recomendó que comiera todo muy sano. Por eso como muchas ensaladas pero si me aseguro que estén bien lavadas las verduras y ningún producto crudo, ni café ni te. Porque quiero estar bien sana para mi bebé ya que la idea es darle la teta. Por eso me compré también un “sacaleches” electrónico para dejarle si es que yo tengo que salir. Mi hijo va a tener todo lo mejor. Y yo no estoy pensando en la cuestión estética. Nada más lejano hoy en mí. Decidí disfrutar mi embarazo a full y tengo la suerte de ser genéticamente flaca. Estoy en la semana treinta y sólo engordé de panza”, cuenta verborrágica, sin pausas.
En Nueva York además de tener su última consulta con el especialista que allá la atiende, aprovechará para realizar las últimas compras, ya pensando en su primera Navidad con su hijo en brazos.
“Pasaremos Nochebuena y Navidad en esta casa. Amo la Navidad porque, además cumplo años justo el 23 y luego mi mamá. O sea que es una semana de grandes celebraciones. Y este año va a ser más especial aún. Quiero cuidar mucho lo que logré. Soy una mujer inmensamente feliz y tengo la familia que siempre soñé. Por eso agradezco a Dios y la cuido”, repite Vicky dispuesta a defender con toda su garra el presente que vive.
Aunque en algún momento quiere volver a trabajar, hoy dice que no entran en sus planes las propuestas que no deja de recibir.
“Hoy hago lo que me divierte. Tengo la suerte de no tener que trabajar para comer. Y sé que eso es un privilegio que muy pocos tienen. Me ofrecen de todo para que vuelva a trabajar pero a todos les respondo lo mismo: me prioridad hoy es mi hijo. Por eso hoy soy una muy feliz ama de casa. Estoy armando el cuarto de mi hijo en cuatro casas: Buenos Aires, Nueva York, Los Hampton y en la casa de mis papás, los abuelos de Salvador. Y eso me insume mucho tiempo” , relata. En cada pausa Victoria acaricia su pancita, improvisa tiernas melodías y grita de felicidad cuando siente que su bebé le responde con una patadita.
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“Estoy muy sensible. Se me mezclan todos los sentimientos. Siento que estoy a flor de piel y todo se me clava en el corazón. Recién ahora caigo que voy a tener un hijo. ¡Que ya soy mamá! Y por eso todo me emociona. Me río, lloro; se mueve y grito… Voy a vivir mi primer “Día de la Madre”, aunque siento que ya lo vengo celebrando desde hace 7 meses, y me hace muy feliz. ¡En la calle me gritan mamá y yo les respondo ‘Decime mamita’! Cuando vi la eco 3D me morí porque Salvador tiene nariz grande, bien griega, y pitito grande también. Ya pesa un kilo y medio y le vi los ojitos del papá. Con Javier le cantamos “¡Oh Susana!” y él le toca la armónica. Yo también le canto “Saco una manito…” y el “Elefante Trompita”, que es un clásico de todas las épocas. Yo me veo como una mamá con todos los títulos que se imaginen. Voy a ser una gran mamá leona; luchadora pero no obsesiva. Javier ya quiere empezar a planear todo para tener una nena pero yo quiero un poco de tiempo”, repite con una gran carcajada. Y luego de una pausa cuenta que el 15 de noviembre será el “Baby Shower” de su hijo ya que es la fecha en la que estará regresando para ya quedarse en la Argentina y esperar a su hijo que será recibido por el Dr. “Nacho“ Perez Tomasone.
“Salvador es una extensión mía. Y con él siento que estoy construyendo mi propia obra de arte”, concluye la feliz mamita.
Por Gaby Balzaretti
Fotos Fede De Bártolo
Agradecimientos: Producción Sol Miranda. Cuna
(@lavalenzianabsas, Make Up Marisol Gutiérrez Juicy Makeup. Pelo Rodrigo Mesina (@rodrigomesina), Juguetería Del Tomate Suc.Cochabamba
(Instagram Del Tomate Cochabamba).