He pasado parte de mi vida comunicándome con seres que no son visibles ni palpables para la mayoría de las personas en este planeta.
Cuando mis padres advirtieron esta capacidad, luego de la muerte de uno de mis grandes amigos a la edad temprana de 6 años, decidieron enviarme a una Psicóloga para que me ayudara a entender lo que estaba experimentando.
Recordemos que corría el año 1992 y la información sobre conexiones álmicas y tener comunicaciones con personas fallecidas, prácticamente no existía.
Tuvieron que pasar 20 años para despertar del sueño en el que cómodamente me había dormido.
En 2012 una mujer me dijo que yo era médium, y ese fue el primer llamado a asumir que todas esas visiones no eran fantasías ni mi imaginación, era real. Estaba siendo canal para que almas en otras existencias se comuniquen con este mundo terrenal.
Hace 10 años atrás, cuando comencé, no se conocían muchos datos sobre mediumnidad. Tuve que emprender un camino sola, guiada únicamente por mi intuición.
Hice todo tipo de iniciaciones, cursos, talleres y capacitaciones. Aprendí de metafísica, autosanación, yoga, reiki, registros akáshicos, espíritus, entre otras lecciones.
Leí cada libro que cayó en mis manos y practiqué amorosamente con cada persona que me lo solicitaba.
Entendí con el tiempo que éste era mi propósito de vida: expandir la conciencia espiritual de las personas que estaban listas para aceptar que todo es amor. Recordarles a quienes venimos aquí que no somos sólo este cuerpo, esta rutina, estos logros materiales…
Somos más que eso.
Somos almas experimentando la vida material.
Desde el año 2016 doy sesiones como médium y he escrito dos libros sobre estos temas.
“Despierta”, en el año 2017 contando sobre mi camino de despertar espiritual, y en 2022, “Ríndete a sentir”, una novela basada en hechos asombrosamente reales sobre la influencia de nuestros ancestros en nuestra vida actual.
Si algo me enseñó este viaje es que no estamos solos.
Cada ser que ha dejado el planeta y que hemos amado, siguen acompañando nuestros pasos desde un plano más elevado de conciencia.
A veces, me cuentan dónde están, qué hacen, cómo era su vida en la tierra, cómo se sienten, porqué era momento de irse... Pero hay un mensaje que siempre es el mismo: aquí estoy, me fui para los ojos del mundo, pero sigo existiendo para los corazones que conocieron mi ser.
Cuando podamos aceptar que la muerte es parte del proceso evolutivo del alma, podremos disfrutar más amorosamente de nuestros encuentros y vínculos en este mundo. Podremos aceptar que pase lo que pase, siempre estamos unidos por el amor.
Eso jamás se termina.
Nadia Herencia
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