Sentada en el asiento trasero del automóvil en el que visitó a su nieta, Juana Viale, el jueves 26, en la clínica de La Trinidad, Mirtha Legrand se cubre el rostro, en un vano intento de ocultar el dolor. Es que perder a Ringo, su tercer bisnieto, fue un golpe más en su vida, signada por heridas que nunca llegaron a cicatrizar del todo.
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