El sol penetra en el enorme living del departamento de Guillermo Cóppola (66), y deja ver que todo está dispuesto con estricta prolijidad. Cada espacio se ve impecable y el orden es absoluto. Sin embargo el bullicio y las risas femeninas dan cuenta de que el hogar está habitado y hasta el perro merodea pero sin ensuciar nada.
Es fin de semana y como ocurre habitualmente es el momento del reencuentro familiar, en el que “Guillote” dedica todo el tiempo a su mujer Corina Juárez (42) y a la pequeña Elizabetta (6) la hija de ambos, y el día en que recibe la visita de sus otras hijas: Natalia (40) quien también está con su hija Delfina (15), Bárbara (28) la hija que tuvo con Amalia “Yuyito” González y Camila (14). Sólo falta su único nieto varón, Mathías (11) (hijo de Natalia) que vive en Miami.
—¿Le gusta la vida familiar?
—Formamos una familia poco convencional pero, a pesar de no estar permanentemente juntos, estamos conectados. Estoy bastante con Elizabetta, la llevo a la escuela, la ayudo en las tareasy voy a las reuniones de padres, algo que con mis otras hijas no pude hacer.
— ¿Hubo reclamos por sus ausencias?
— Jamás hubo reproches, pero sé que hubo necesidades de haberme tenido más cerca. Pero hay felicidad y un sentimiento profundo y verdadero. La paternidad de Elizabetta se dio sin pensarlo y estoy totalmente feliz. Y si algo faltaba, ahora también vino el perro. Y todo es motivo de alegría.
—¿Siempre fue así?
— Siempre. Yo soy muy parecido a mi viejo.
—¿Cómo fue su infancia?
— Vivía en Constitución, en una cuarto que cuidaba mi tía. Mi papá era taxista y mi mamá, como la mayoría de las de aquella época, ama de casa. Pero era muy inquieta y para tener unos mangos más, hacía cosmetología y les vendía cremas a las vecinas. Nunca nos faltó nada. Lo único que me preocupaba era jugar a la pelota. Le sacaba las medias a mi vieja para hacer la pelota de trapo. Siempe fui pícaro.
—¿Esa picardía era también con las chicas?
—Absolutamente. Mi debut sexual fue a los 12 años con una chica de Mar del Plata. Ese día enloquecí y no paré más.
—¿Cuándo llegó el primer amor?
—Fue en el barrio y era la chica que trabajaba en la casa de mi tía: “La Chichi” Irma. Era preciosa y cuando no la veía la extrañaba. Como yo sabía donde estaba la manija de la luz de la calle, la apagaba para poder ir a hacerle unos mimos a ella en penumbras para que nadie nos vea y sin importarme dejar a toda la cuadra a oscuras. Estaba enamorado y era un vago. Esa pasión me duró un par de años. Fue inolvidable.
—¿Siempre fue exitoso con las mujeres?
—Siempre fui al frente. Soy encarador y simpático. Soy seductor y ese don me gusta y por lo tanto lo alimento. Soy de decir “te quiero”, “te amo” y mantengo lazos fuertes tanto con mi mujer, como con mis hijas y con mis amigos. No existe la mujer que te hable mal de mí. Siempre fui de hablar y de decir cada cosa. Y esa es la verdadera obligación del macho, el que pone lo que tiene que poner para hacerse cargo, sustentar a su familia y a sus hijos. Y al mismo nivel de mi familia, están mis amigos, que son los que siempre me contuvieron.
—¿En qué momento de su vida se encuentra?
—Es un momento de paz. Con Corina llevamos 8 años juntos y en ella encontré la comprensión. Me falta culminar con los trámites de divorcio de mi última esposa Sonia Brucki y este año nos vamos a casar.
—Se lo ve muy bien físicamente ¿Cómo se cuida?
—Me levanto muy temprano todos los días y después de una ducha rápida entro en la cinta en donde estoy exactamente una hora. Después me doy un baño “con todas las de la ley” que lleva aproximadamente 2 horas ya que después me pongo cremas y me arreglo. Luego salgo a trabajar. Vida sana. Y a pesar de que tengo esa fama de la noche, las mujeres y las drogas sé quien soy, cómo me siento y cómo me manejo, cómo me muestro y cómo me ven. Me gusta vivir con intensidad. Laburando de día con luz natural y, cuando puedo, de noche con amigos con luz artificial. La mayor parte de las veces voy a los after office. Ya no me acuesto a la madrugada y lo máximo que hago son cenas con amigos.