El cielo está cubierto. Negros nubarrones y un fuerte viento que cubre de tierra el verde parque de la zona de Don Torcuato, parecen dispuestos a arruinar lo que anticipaba un día radiante. Apenas unas gotas caen. Sin embargo, basta para que la explosiva fórmula que conforman de sus primeros pasos sobre el sendero de gastados ladrillos para que las nubes se abran y dejen que los luminosos rayos vuelvan a iluminar todo el paisaje. Araceli González (47), Juan Darthés (52) y Luciano Castro (40) caminan divertidos, unidos, aferrados, haciendo bromas y jugando un sexy juego. Y juntos son una armada inquebrantable. Un trio que se muestra fuerte, con muchas energías y con una carga tan sensual como atractiva. “Los Ricos no Piden Permiso” fue el nuevo desafío de Pol-ka que los une noche a noche en la pantalla de El Trece. Una historia de Marcos Carnevale que expone los amores, odios, rencores y las ambiciones desmedidas de una familia adinerada, los Villalba, que viven en la estancia Santa Elena. Hasta allí llega la bella maestra Julia Monterrey (Araceli) que rápidamente enamora al patrón, Antonio Villalba (Juan), y al capataz, Rafael Medina (Luciano), quienes se disputarán su belleza y su corazón.
“La verdad es que a mí nunca me pasó algo así. Nunca estuve enamorada de dos hombres a la vez. Quizás sí puede pasar que estés enamorada y otro hombre te atraiga pero dos hombres a la vez, no lo creo. Soy fiel con mis parejas y me encanta respetar al hombre y entregarme totalmente. Un tercero complica todo”, asegura Araceli tomando la iniciativa.
“A mí tampoco me pasó jamás. Es la primera vez que me toca. Y lo voy a defender, o a pelear en el buen sentido de la palabra, con las herramientas que tiene el personaje que como un tipo simple que es, se hace querer. Este triángulo es muy rico porque los dos hombres son muy nobles. No hay uno bueno y uno malo. No es un Boca-River”, agrega Luciano muy convencido de su personaje. Y entonces es Juan quien toma la palabra: “Yo creo que lo bueno de este triángulo es que los dos juegan con las mismas herramientas. Y así hacen que la pasión vaya creciendo muy de a poco. Lenta y tranquilamente. Porque son sentimientos puros. Bien como se debe hacer en el género de la novela que con esta historia lo estamos recuperando”. Mientras hablan y hacen bromas como para distender la charla, se impone un relax con sano licuado de por medio. “Nos sentimos orgullosos de ser galanes. El galán siempre es un héroe. A veces veo la tranquilidad de mi personaje y pienso qué puede tener de mí. Sí que es simple; con la simpleza de la humildad. A mi me gusta ser drástico o certero de entrada entonces las cosas están claras. Pero yo no tengo ningún problema en reconocer que como galán cuido mi cuerpo y ahí entra la coquetería. Entreno todos los días y como muy sano. Yo por ahí no soy tan cuidadoso con el vestuario como Juancho que en eso, es mucho más coqueto. Y tampoco uso cremas y esas cosas, por lo menos por ahora… No sé dentro de unos ocho años”, exclama Luciano. Juan lanza una carcajada y asegura: “Yo sí uso y también me cuido en las comidas. Me cuido por adentro y por afuera porque creo que el cuerpo es una herramienta y cuanto mejor está uno, mejor puede brindar al resto”.