Con la serenidad propia de su personalidad, Federico Amador se define a sí mismo. “Soy muy sociable pero llevo una vida bastante tranquila. Salgo poco, casi no frecuento la vida nocturna y ando mucho por el campo, el interior, el Delta y las casas de mis amigos”, adelanta el actor. En una charla íntima con CARAS, el galán de “ADDA” (Amar después de Amar), pareja de Florencia Bertotti desde hace 7 años, habló de su vida anónima antes de convertirse en actor y sorprendió con sus declaraciones. “Si bien a los 14 años empecé con teatro, tenía cierto temor a la exposición y quería conocer un poco el mundo exterior, por eso hice de todo. En el secundario ya tenía mis changuitas: repartía folletos en el barrio para tener un billete para moverme y después trabajé de cadete en una medicina prepaga durante 1 año y medio. Me vino bien porque conocí capital de punta a punta, conocí todo el micro centro y centro, llevaba y buscaba sobres. También fui camarero, me encantaba el trato con la gente y vendedor de espacio de publicidad en una revista”, reveló el protagonista de uno de los éxitos del prime time de Telefé y reflexionó: “Aprendí de cada experiencia y no me arrepiento de nada. Creo que la vida va fluyendo y uno tiene otras edades. A los 20 estaba rodeado de amigos y salía, a los 30 vinieron los hijos y hoy no hay nada que me de más placer que llevarlos a ver partidos de rugby o compartir un mate con mi mujer, comentando alguna película que vimos. La vida me pasa por ahí”.
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