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Marian Saud abrió las puertas de su hogar, donde posó para CARAS y contó cómo logró darle su impronta personal. La diseñadora de alta costura encontró su lugar en el mundo en un piso con vista a la Avenida del Libertador que originalmente disponía de cinco ambientes. Según explicó, decidió demoler un sector, por lo que ahora cuenta con un living grande subdividido en tres espacios (living, comedor y sala de estar), un vestidor, dos cuartos, y uno de servicio aparte con el lavadero.
La diseñadora detalló qué buscó para cada espacio de su hogar
“Apenas entrás te encontrás con una pared irregular, después tenés el living con su mesa, el comedor con una mesa para ocho personas, y del otro lado la televisión con el silloncito y un mini spa en el que tengo la camilla para los masajes. En el vestidor está todo lo mío, soy muy fan de los zapatos y las carteras, y hay mucho maquillaje porque viajo mu cho y me la paso comprando. Eso sí, está todo muy ordenadito para poder elegir bien lo que me pongo, y en el cuarto de servicio instalé el depósito del local. Aunque el local y el atelier sean enormes, nunca alcanza el espacio y siempre necesitamos más lugar”, afirmó Saud.
”La alta costura me fue atrapando de a poco, es muy lindo, como un juego de muñecas. Es otra cosa, desde la charla con la clienta cuando te sentás a tomar un café a lo anterior, que sólo te dedicabas a producir para vender”, rememora Saud en su piso de Belgrano, al que se mudó para estar cerca -a unos 600 metros- de su atelier de La Imprenta.
Marian Saud incursionó en la moda como socia de la marca Naima, y después de vender su parte se animó a crear su emprendimiento. Como ya tenía registrada una marca con su nombre y apellido, le dio vida a su propia etiqueta y abrió un local en un shopping con prendas del día a día y Prêt-à-porter. Hasta que sus clientas le empezaron a demandar vestidos de fiesta e incluso novias, desafíos que le permitieron descubrir otras virtudes como diseñadora. Entonces se planteó que vender esa clase de prendas en un shopping no tenía sentido, y así decidió instalarse en una casa y mutar hacia el apasionante mundo de la alta costura.
En su moderno atelier de tres pisos, Saud dispuso el de abajo para vestidos de fiesta, el segundo para novias y quince, y el último para Prêt-à porter, que refiere a sus inicios. Ciento por ciento dedicada a su firma y con permanentes viajes de ida y vuelta a San Pablo para atender a sus clientas brasileñas, la diseñadora vive sola y acaba de incorporar mascota: un perrito de raza samoyedo que llamó Río.
Hiperactiva y amante de la vida social, la diseñadora encontró en su hogar el refugio ideal para cuando descansa de su vida empresarial. “Lo lindo es que es muy luminoso y con muchas plantas, de chica vivía en San Isidro rodeada de verde y lo necesitaba. Por eso, más que un departamento me siento viviendo como en una casa”, señaló.
Según confesó Saud, se protege con unos ángeles en forma de guerreros que se trajo de Tailandia para que la energía positiva no deje de fluir y alimente sus proyectos: “De chica mi sueño era tener un local en Milán, uno en Nueva York y otro en París. Y ahora, teniendo uno solo en el exterior y cerquita, el tema de abrir afuera lo pienso un poco más... También hay que disfrutar un poco la vida, si no te la pasás en un aeropuerto”, concluyó.
Texto: Carlos Cervetto
Fotos: Fede de Bartolo.
Producción: Sol Miranda.
Agradecimientos: Makeup @celesteuria; @mariansaud.atelier
