Leandro Paredes supo construir una carrera sólida dentro del fútbol profesional, con títulos, experiencia internacional y un regreso muy esperado al país. Sin embargo, lejos de limitarse a lo que ocurre dentro de una cancha, el mediocampista comenzó hace ya un tiempo a desarrollar un proyecto personal que hoy se posiciona como un verdadero éxito: la producción de vinos.
Instalado en Mendoza, el jugador fue profundizando su interés por el mundo vitivinícola hasta dar forma a una marca propia, que combina calidad, identidad y una fuerte carga emocional. Con el acompañamiento de su esposa, Camila Galante, Leandro Paredes logró transformar una pasión en un negocio que no deja de crecer y sumar nuevas propuestas.
El camino de Leandro Paredes en la industria del vino
El vínculo de Leandro Paredes con el vino no nació de manera improvisada. Con el paso de los años, el futbolista fue adquiriendo conocimientos sobre el proceso de elaboración y apostó a involucrarse de lleno en cada etapa del emprendimiento. Así nació Mi Victoria, la marca con la que lanzó distintas líneas y comenzó a hacerse un lugar en el competitivo mercado vitivinícola argentino.
Desde Mendoza, el volante apostó por una producción cuidada, con una identidad clara y una estética que refleja su historia personal. Lejos de ser solo una figura asociada al nombre, Leandro Paredes participa activamente del proyecto, demostrando que su interés va más allá de una inversión y se apoya en un verdadero compromiso con el producto.
Una línea con fuerte carga emocional y sello personal
En las últimas semanas, Leandro Paredes presentó una nueva línea de vinos que despertó especial atención por su fuerte contenido simbólico. El lanzamiento incluyó múltiples referencias a Boca Juniors y a su regreso al club, convirtiendo a la botella en una pieza cargada de emoción y significado.
El texto que acompaña al vino habla del “regreso a casa”, del corazón azul y oro y de Boca como un sentimiento que trasciende lo deportivo. Además, la etiqueta frontal muestra la imagen de un niño con la camiseta número 5 del club, el mismo dibujo que el futbolista lleva tatuado en su pecho. De esta manera, el vino se convierte en una síntesis de su recorrido personal, su identidad y su amor por el club. Mientras disfruta de un presente pleno dentro y fuera de la cancha, Leandro Paredes demuestra que su visión va más allá del fútbol y que, con pasión y dedicación, también puede destacarse en el mundo de los negocios.
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