La noche del 30 de octubre quedó marcada por el miedo para Big Ari y su familia. Los delincuentes sorprendieron a los tres en su hogar, los maniataron y los sometieron durante más de dos horas, mientras revisaban cada rincón de la vivienda en busca de dinero y objetos de valor. Según relató el propio ex Gran Hermano, los ladrones ingresaron por el garaje y se dirigieron directamente a su habitación, rompiendo incluso un piano en su recorrido.
El ataque, además de causar un fuerte desorden material, dejó a la familia con una profunda sensación de vulnerabilidad y miedo, algo que el propio Ariel Ansaldo compartió con sus seguidores para informar que se encontraban bien y tranquilizar a quienes se preocuparon por ellos.
La angustia de Big Ari
El ex Gran Hermano contó con detalle cómo vivió el violento episodio: “No se iban más, siempre querían más. Nos habían puesto precintos en pies y manos, y empezaron a romper todo lo que había a su paso. Fue un momento de mucha tensión, no sabía cómo iba a terminar”.
También explicó cómo ingresaron los ladrones: “Me había dado una ducha, estaba prendiendo dos sahumerios y con la tele de fondo, cuando escuché un estallido y aparecieron con linternas y pistolas. No nos dieron tiempo a nada, vinimos todos a la pieza”. Según sus palabras, los atacantes fueron “muy organizados” y revisaron todos los espacios de la casa, incluyendo el quincho y el baño, aunque afortunadamente no lastimaron gravemente a nadie.
Tras el episodio, Ariel Ansaldo se comunicó con sus seguidores mediante Instagram: “Hola a todos. Nos robaron anoche, estamos los tres bien. En estos días les cuento más detalles. No tengo mi teléfono así que si reciben algún mensaje mío por WhatsApp durante el día, no soy yo. Les aviso cuando recupere mi línea. Besos de Ari”.
Qué se llevaron los asaltantes de la casa de Big Ari
Aunque los delincuentes se llevaron apenas 300 dólares, el desorden y la violencia del hecho marcaron a la familia de Ariel Ansaldo. La vivienda quedó completamente revuelta y los objetos dañados, lo que evidencia la intensidad del ataque.
Más allá de la pérdida económica, lo más significativo fue el efecto emocional. Según Big Ari, él y sus padres quedaron con una sensación de vulnerabilidad y miedo tras el episodio. Para una familia que siempre se caracterizó por su esfuerzo y trabajo diario, vivir un asalto de esta magnitud representa un golpe difícil de procesar.
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