Cuando se trata de visitas papales, el tiempo vale oro. Es uno de los termómetros para medir el interés del Sumo Pontífice hacia su interlocutor. Y a juzgar por el cronómetro, los 44 minutos que el papa Francisco (83) le dedicó a Alberto Fernández (60), su pareja, Fabiola Yáñez (38), y al resto de la comitiva argentina, mostraron buena sintonía entre ambos. La audiencia fue el viernes 31 de enero en la Biblioteca privada del Palacio Apostólico y duró el doble de tiempo que el primer encuentro que el clérigo le dedicó a Mauricio Macri (60) en su primera visita como Presidente.
“Santo Padre, qué gusto verlo”, fueron las primeras palabras de Alberto, a las que Francisco retribuyó con un cordial “bienvenido”. El saludo fue en la sala del Tronetto. A continuación, el Papa lo invitó a ingresar a su biblioteca privada. Con ánimo de ser respetuoso, Alberto le dio el paso al Papa, quien aprovechó el momento para romper el hielo y hacer gala de su humor criollo: “Primero el monaguillo”, bromeó.
En ese clima distendido se llevó adelante el encuentro. Era el tercer encuentro entre Fernández y Francisco en tres años. El Pontífice lo recibió el 26 de enero de 2018 y, en agosto de ese mismo año, Alberto regresó con una comitiva internacional para pedir por la liberación del expresidente brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva.
Un dato curioso es el vínculo que unió al Papa con Fernández cuando el primero era Arzobispo de Buenos Aires y el segundo, Jefe de Gabinete. Ambos compartían dentista, un dato superfluo pero que sirvió para generar cercanía en el primer cara a cara entre ambos.
Al terminar el encuentro, se incorporaron a la reunión los integrantes de la comitiva la Primera Dama, el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, el canciller Felipe Solá, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, la ministra de Justicia, Marcela Losardo, y el secretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi.
Fue el momento del tradicional intercambio de regalos. El Papa le obsequió al Presidente una escultura de hierro con una leyenda grabada que decía: “Sean mensajeros de Paz”. “Eso es lo que quiero de ustedes, que sean mensajeros de paz”, les dijo el Pontífice a Fernández y a Fabiola.
Francisco además le entregó los cinco libros que escribió, entre ellos, “Gaudate et exultaste”, que incluye la oración del buen humor de Santo Tomás Moro. “No pierda el humor. Siempre se lo digo a los políticos. Si lo pierde, mírese al espejo”, dijo.
Por su parte, Alberto le regaló la estatua del Negrito Manuel -hombre que cuidó de Nuestra Señora de Luján cuando ésta se quedó en Buenos Aires y que fue reconocido por la Iglesia como Siervo de Dios-, además de un telar, dos libros sobre los cafés de Buenos Aires y calendario inclusivo de la Granja Andar.
Un capítulo aparte mereció el bien ponderado look de la Primera Dama. Para esta ocasión tan especial, Yáñez optó por un vestido negro con un moño en la cintura del diseñador argentino Pablo Ramírez, y un peinado recogido acorde a las normas protocolares que indican que las mujeres deben vestir de negro y con espalda, rodillas, brazos y escote cubierto.
El diseño se confeccionó en tafetán negro con escote bote, mangas ¾ y cintura marcada. Yáñez completó su atuendo con un fascinator de vincha con detalles de plumeti y red. En cuanto a los accesorios y el beauty look, Yáñez optó por un peinado recogido con mechones de pelo al costado, y en cuanto al maquillaje resaltó los labios con un tono rosado y los ojos al natural.
El diseño de la vincha fue realizado por la diseñadora Flor Tellado y su descripción es “vincha forrada en terciopelo con velo bordado. El velo está bordado con lunares de terciopelo también y todo realizado a mano”.
Fue el segundo viaje de Fabiola al Vaticano en apenas dos meses. En diciembre pasado, se reunió con el Papa, en el marco de la inauguración de la nueva sede de la fundación pontificia Scholas Occurrentes.