De su vida junto al fundador de Crónica, Héctor Ricardo García, Anabela Ascar no sólo conserva los mejores recuerdos, sino el amor incondicional de Taco. El perro que la acompañó en su inolvidable ciclo de entrevistas en la señal de noticias de su marido, vivió en los estudios de la calle Riobamba hasta que el empresario se enfermó y lo llevaron a vivir a la casa de Belgrano. “Estaba siempre al lado de él, todas las tardes”, explica la periodista, inmersa en una disputa por la herencia con la única hija de García, María Helena. La situación llegó a niveles impensados, cuando tan sólo seis días después del fallecimiento de su marido, el yerno de García se apersonó en la propiedad junto a un escribano y a un abogado para realizar un inventario de lo que había dentro de la propiedad. Ante la negativa de Ascar, quien luego hizo una denuncia por violencia de género ante la Justicia, los hombres se retiraron y todo quedó en manos de los abogados.
En medio de esa disputa, no sólo se encuentra el célebre Taco, sino también Lola, la mascota preferida del ex dueño de Crónica. “Héctor murió al lado de Lola. Él mismo le daba de comer todas las noches... y la perra es bien gorda ¡come mucho! Ella se sentaba siempre sobre sus pies. Hoy la perra sigue queriendo quedarse en el mismo lugar, ese donde estuvo con Héctor hasta su último día. La amaba, era su preferida, hasta le compraba peluches”, rememora Anabela, mientras exhibe una foto de la perra junto a un simpático peluche.
Al lado de la exorbitante herencia (se estima que el patrimonio superaría por lejos los 10 millones de dólares), las mascotas quedan en un segundo plano. Más allá del dinero y la propiedad, que figura a nombre de una sociedad, otro bien se cuela en la disputa: la célebre colección de Mickeys de García. “La colección de los ratones Mickeys es mía. Héctor me la regaló a mí, la comprábamos en los viajes a Nueva York que hacíamos tres o cuatro veces al año. Ibamos hasta nueva York solamente unos días a comprar los Mickeys. La familia quiere esa colección y les anticipo que es mía”, advierte Ascar, quien al mismo tiempo aclara: “Mi voluntad no es venderla, sino donarla en su momento a niños enfermos que estén pasando por momentos de salud dolorosos, como los que pasó Héctor. Ese es mi deseo, hacer felices a muchos niños que estén sufriendo como sufrió Héctor en sus últimos años. A la familia nunca le importo su dolor”, dispara.
—¿Qué sucedió el viernes 5 en su casa de Belgrano?
—Intentaron entrar los familiares , con escribano público, sin avisar. Querían que los dejara entrar para hacer un inventario. Una locura. Una locura.
—¿Se sintió agredida?
—Es violencia de género. Soy una mujer viuda hace 6 días. Estoy en duelo todavía.
—¿Qué derecho la ampara?
—Tengo una unión convivencia legal. Por dos años no pueden entrar.
—¿Se esperaba una reacción de este tipo de parte de ellos?
—Yo quería ir por las buenas. No hacía falta tanta violencia ¡Dios mío! Hace dos semanas estaba cuidando a un enfermo, recluida en mi casa y ahora ¡mirá todo lo que está pasando! ¡Nunca me imagine semejante situación !
—¿En qué consiste la denuncia que hizo ante la Justicia?
—Inicié una denuncia que está caratulada como Violencia Doméstica. Es una causa penal porque ellos intentaron entrar a hacer un inventario a mi casa y la casa está a nombre de una sociedad anónima. No pueden entrar estando yo a siete días del duelo de una viuda, no pueden violentarme psicológicamente de esa manera a mí y a mí mamá. Como consecuencia de semejante atropello, mi mamá de 82 años se desmejoró mucho en su salud, y eso es un delito.
—¿Qué presencia tuvieron la hija y única heredera de su marido, María Helena García, y su yerno?
—Nunca se ocuparon de Héctor, ni cuando estaba enfermo, nada... y ahora arremeten contra mi y mi mamá por lo que ellos consideran “sus bienes”. Tienen que esperar los tiempos de la Justicia. Yo voy a acatar lo que diga un juez solamente, no lo que ellos quieran.
—¿Qué pensaría su marido respecto a lo que le toca vivir?
—¡Héctor estaría indignado con esta situación! Nunca vinieron a darle ni un vaso de agua ¡No sabemos ni dónde viven!
—A partir de ahora, ¿cómo están lidiando con la sucesión?
—Con respecto a la herencia, mi abogado se encuentra en contacto con el abogado de la otra parte. O llegamos a un acuerdo, sin violencia o atropellos, o seguirá el curso judicial que tiene que seguir esta situación.
—¿Cómo es vivir en esa casa sin Héctor?
—La casa, sin Héctor, es una casa muy triste. Todavía siento su olor, es como que él está y no está. Yo tuve un rol durante los últimos años que era cuidarlo. Ahora él no esta y yo me siento muy rara, no sé cómo explicarlo. Nunca me imaginé semejante problema con familiares que nunca habían aparecido. Es lógico heredar y entiendo a su hija, pero no respetaron mi dolor, ni el de mi mamá ni el de su padre. Hubiese sido lindo tener una buena relación con ella, me hubiera gustado, tenemos las dos la misma edad, pero no entiendo porque es su marido el que aparece. La heredera es la hija, no él. Con la única persona que podría sentarme a conversar, de mujer a mujer y en buenos términos, es con la hija, con el yerno no, porque no respetó mi dolor ni el de mi mamá.
—¿Piensa mudarse de la casa?
—La casa es de una sociedad anónima. Yo tengo mis cosas también ahí. Es mi domicilo fijado legalmente.
—¿Fue un atropello que quisieran entrar sin avisarle previamente?
—¡¡¡¿¿¿Cómo le voy a mostrar mis cosas a gente que nunca trate en tantos años!!!??? Todo el mundo sabe que trabajé siempre. Es una locura pensar que tengo que mostrarle mis cosas a gente que ni conozco, tampoco venían a casa, nada... no tenían trato con Héctor. Jamás me imaginé que esto podía ocurrir. Ellos viene por dinero nada más.