Ingrid de Noruega supo convertirse en un gran nombre de la moda circular dentro de la realeza europea. La hija de los príncipes herederos Haakon y Mette-Marit ha hecho del armario de su madre un auténtico legado textil, al que recurre con naturalidad y frecuencia. A diferencia de gestos aislados en otras casas reales, en su caso se trata de un hábito consolidado.
La lista de veces en las que la princesa “recicló” moda es extensa: un clutch fucsia de Prada, usado en la preboda de su tía Marta Luisa; un vestido satinado de Lanvin de 2004, elegido para celebrar su 18º cumpleaños; o la histórica tiara Boucheron Pearl Circle, heredada de la princesa Ingeborg de Dinamarca, que tanto madre como hija han convertido en emblema de la familia real noruega.

Ingrid de Noruega pisa más fuerte que la princesa Leonor en la moda circular
El contraste más evidente se da con la princesa Leonor de España. Este verano, la heredera al trono español sorprendió en la recepción del Palacio de Marivent al recuperar un vestido blanco y azul de Stella Jean para Desigual, una pieza que la reina Letizia había lucido en el mismo acto de 2023. Su elección fue celebrada por los medios como un gesto comprometido con la sostenibilidad. Sin embargo, mientras Leonor apuesta por apariciones puntuales, la princesa noruega adoptó dicha práctica en una seña de identidad.
Por ejemplo, en abril de 2025, durante la visita de Estado de la presidenta de Islandia a Noruega, Ingrid lució un majestuoso vestido azul de Ole Yde, idéntico al que Mette-Marit llevó en la boda de Victoria de Suecia en 2010. Ese mismo día también recurrió al vestidor de su mamá con un abrigo blanco de Brock Collection, mostrando que la costumbre de rescatar piezas familiares es parte central de su estilo.

Leonor también cultiva esta moda, aunque de manera más discreta. Ha compartido prendas con la reina Letizia y la infanta Sofía: blusas, chaquetas, vestidos e incluso los pendientes de aguamarina que Felipe VI regaló a la reina. No obstante, esas apariciones se perciben en ella más como eventos ocasionales que como una práctica cotidiana.
La diferencia radica en la naturalidad con que Ingrid de Noruega recurre al vestidor de Mette-Marit. Más que un gesto simbólico, su estilo refleja un modo de entender la moda en clave de sostenibilidad y tradición. En este duelo silencioso de princesas, la heredera noruega pisa con más fuerza.
F.A

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