Charlene de Mónaco ocupa un lugar singular dentro de la realeza europea. Su historia, desde su matrimonio con el príncipe Alberto hasta sus prolongadas ausencias, ha alimentado durante años la percepción pública de que no está del todo feliz. Los rumores que la rodean no hicieron más que reforzar esa imagen, con episodios que parecen sacados de un guion de ficción.
Por qué se atribuye a Charlene de Mónaco el apodo de “princesa triste”
La biografía de la sudafricana está atravesada por un relato que surgió incluso antes de su boda. En 2011, días previos a su enlace con Alberto de Mónaco, algunos medios franceses publicaron que había intentado abandonar el país, rumbo al aeropuerto de Niza, con un billete de solo ida. Aunque nunca hubo confirmación oficial de aquel episodio, la anécdota quedó instalada y marcó el inicio de un matrimonio envuelto en especulaciones.

Otro capítulo que contribuyó a su fama de figura enigmática fue la existencia de un contrato matrimonial. Según trascendió, Charlene firmó un acuerdo con determinadas cláusulas: debía permanecer un mínimo de cinco años junto a Alberto y darle un heredero al principado. En 2014, con el nacimiento de los mellizos Jacques y Gabriella, la continuidad dinástica de los Grimaldi quedó asegurada. A partir de ese momento, las conjeturas sobre el supuesto contrato fueron perdiendo fuerza, aunque los rumores de crisis entre el matrimonio nunca se apagaron del todo.
Las prolongadas ausencias de la princesa también alimentaron la narrativa de tristeza. En 2021, durante un viaje a Sudáfrica, sufrió una infección otorrinolaringológica que le impidió regresar a Mónaco durante casi medio año. La imposibilidad de ver a sus hijos y a su marido en ese tiempo disparó nuevas versiones sobre un distanciamiento. A su vuelta, la recuperación no fue sencilla: Charlene debió ingresar en una clínica en Suiza durante tres meses, lo que volvió a generar preocupación.

Alberto intentó en aquel momento frenar la ola de especulaciones. En declaraciones a la revista People, aclaró que su esposa no padecía covid, ni cáncer, ni tampoco se sometía a una cirugía estética, sino que atravesaba complicaciones derivadas de la infección. Pese a esas explicaciones, la impresión de fragilidad y de soledad siguió creciendo alrededor de la princesa.
Por último, la expresión de Charlene de Mónaco en actos oficiales, en los que suele aparecer con un semblante serio y distante, refuerza la etiqueta de “princesa triste”. La verdad es que ella no ha hecho declaraciones al respecto, por lo que solo se trata de suposiciones del público y la prensa que la siguen.
F.A

Sincericidio de Guillermo Moreno con Fantino: “El aparato te puede chorear 2 por ciento”

Trastornos de salud mental: las mujeres se ven afectadas un 50% más que los varones

Sol Pérez mostró su dulce despertar y su hijo enterneció a todos
