Ni Letizia Ortiz ni Meghan Markle le temen a la cuarentena. Es que a pesar de que las peluquerías fueron uno de los rubros más afectados por las restricciones de la cuarentena, la reina de España y la esposa del príncipe Harry hicieron de la necesidad una moda e impusieron a través de las imágenes compartidas en redes sociales toda una tendencia. Es cierto que principalmente Letizia ya venía luciendo el cabello grisáceo desde hace varios años, pero en estas últimas semanas se intensificó ese look. La moda que venía imponiéndose se pronunció en tiempos de aislamiento, sin la posibilidad de dejar en manos de los especialistas la realización del color.
Algunos especialistas coinciden en que ese estilo aporta calidez a sus rostros y, por qué no, quitan ese halo de perfección a la que se las suele asociar. Más llanas, logran empatizar de mejor manera con el común de la gente, en definitiva, con ese público que las venera y al que se deben desde sus roles monárquicos.
Detrás de la moda se esconde el paso de los años y la explicación científica de por qué el cabello va perdiendo su pigmentación. Según coinciden los que saben, en la mayoría de los casos se trata de una cuestión genética, aunque en otros tiene que ver con preocupaciones personales o cuestiones hormonales. Lo cierto es que las canas son más fáciles de decolorar y, por ende, de ocultar.
Síntomas del paso del tiempo, así como muchas mujeres han reivindicado sus derechos a través de la no depilación, Ortiz, Markle y también Kate Middleton se han entregado a sus cabellos grisáceos para reivindicar la experiencia y la sabiduría que conllevan esos mechones grisáceos. Los expertos aconsejan teñirse únicamente en los casos en que las canas acaparen más del 50% de la cabellera.
Entre las canosas más famosas, sin duda está el papel de Meryl Streep en `El Diablo Viste a la Moda´. Toda una mujer empoderada en el rol de "Miranda Priestly", una mujer implacable que ejercía como directora de una prestigiosa revista de tendencias. Así que en tiempos de cuarentena y de la mano de princesas y monarcas, el estigma de las canas se convirtió en una moda cada vez más instalada.