En los veinte años que lleva como esposa de Guillermo de Holanda (54), Máxima (50) ha dejado en claro que no necesita lucir sus coronas para ser y verse como una reina. Más allá de la exclusiva colección de joyas que heredó de su suegra, reina con sombreros, capelinas, pamelas, casquetes y diademas que ha ido acumulando en su guardarropas.
La mayoría son diseños de la sombrerera belga Fabienne Delvigne, que ha creado para ella los más extravagantes tocados. Como cada tercer martes de septiembre, los reyes se vistieron de gala para celebrar el “Prinsjesdag” o “Día del Príncipe”. Una jornada en la que Guillermo inaugura el año parlamentario y presenta el programa del Gobierno.
Sentados en el ostentoso trono, Máxima, como manda el protocolo, debe lucir traje largo y tocado y el rey jacket. Igual que el año pasado no pudieron pasear en su carroza real y fueron hasta la iglesia Grote Kerk de La Haya –en lugar del tradicional Ridderzaal– en un auto. La monarca volvió a sorprender con un diseño de Edouard Vermeulen de la firma Natan, con falda larga, de gran volumen, de tafetán de seda celeste con estampado de flores, y la parte superior en colorado con mangas francesas en combinación con guantes, casquete y clutch de Oscar de la Renta. Todos los colores elegidos en un claro homenaje a la bandera de los Países Bajos. Completó su outfit con un broche de diamantes en forma de lazo con una gota de citrino, aros en diamantes y cuarzos citrino en color naranja también en honor a la Casa de Orange.
Además, sobre la Orden del León Holandés llevó un broche de diamantes con una piedra preciosa. Así Máxima volvió a cautivar a los holandeses que aman a su Reina. Apenas unos días antes había inaugurado el Centro Cultural de Midden-Groningen con un vestido en gasa marrón con rayas en verde azulado de Zeus+Dione, con zapatos Gianvito Rossi, aros Ole Lynggaard de 11 mil euros y una maxi pamela de Delvigne. Y también había concurrió a un evento en la Fundación Friends Services, de Deventer, con un pantalón ancho, con blusa de gasa semitransparente y mangas abullonadas, de Natan, que completó con cartera de Sofía de Habsburgo, zapatos de Salvatore Ferragamo y una diadema de flores de tela también de Delvigne.
Aunque ese día lo que más llamó la atención fue una venda en su mano derecha que, según contaron, se debía a una lesión que sufrió en sus días en Grecia y que ahora volvió a producirle dolor. Así Máxima de Holanda, tal como lo mostró el sitio guacamouly.com volvió a demostrar que no necesita de una corona para sentirse la Reina absoluta de los Países Bajos. Su impresionante colección de tocados que adornan su cabeza desde el momento en el que se convirtió en la esposa del por entonces príncipe de Holanda, son una de sus debilidades fashion.
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