El sol de la tarde se mete sin permiso por cada ventanal desde donde se divisa el ocre paisaje del invierno en Palermo, con sus árboles con hojas amarillas. Afuera hace frío pero en el cuarto piso todo es calidez. Desde la puerta de entrada al gran departamento inundado de buen gusto y glamour. Mullidos sillones claros invitan a sentarse a contemplar cuadros de grandes tamaños e importantes firmas.
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Junto a la chimenea, un retrato de 1951 que le pintó Cañizares; en las otras paredes, un cuadro de Del Bianco, uno de Lascano, otro de Boria y detrás del gran sillón blanco, unos veleros de Debonis. Sobre pequeñas mesas de todos los tamaños descansan cientos de portarretratos de plata que atesoran la historia de su vida. De entrañables momentos compartidos con su gran amor, Daniel Tinayre, con sus hijos, “Danielito” y Marcela, con sus nietos, Juanita y Nacho Viale del Carril y con sus bisnietos. También las hay con presidentes, con la realeza y con personajes del jet set nacional.
El gran comedor está gobernado por una araña con cientos de caireles que se reflejan en señoriales juegos de té de plata que, a un costado, esperan las reuniones de cada domingo y que están custodiados por dos grandes estatuas de bronce. Gigantescos ramos de flores blancas iluminan jarrones de brillante plata. Las paredes del living en verde agua dan paso a su diario refugio de trabajo. Una biblioteca del piso al techo donde conviven libros de todos los temas y de todos los tiempos. También allí están los premios. Los Martin Fierro ocupan un lugar preferencial. Pero también los hay de todos los tamaños y formas que distinguen sus 77 años de carrera, sus 50 al frente de los famosos “Almuerzos”, sus 36 películas y sus 11 obras de teatro. Un pasillo con un dressoire con más recuerdos marca el trayecto a la parte más íntima de la casa.
La gran habitación principal y otros cuartos menores. Un lugar de relax. Las habitaciones de servicio y la gran cocina con sus paredes con fascinantes colecciones de juegos de porcelana. Ese es su mundo privado. El de Mirtha Legrand. Un mundo al que sólo unas pocas personas tienen acceso. Aquellas que supieron ganarse su confianza y, sobre todo, su amor. El alma mater del hogar es Elvira Guaraz, su inseparable asistente desde hace casi treinta años. Ella supervisa cada detalle. Mirtha se reconoce como una excelente anfitriona. Pero también le fascina ser agasajada. Y lo confiesa sin sonrojarse. En su íntimo y exclusivo encuentro con CARAS lo repetirá y también abrirá su corazón hablando de su presente y un día a día en el que debió enfrentar duras críticas.
—Siente que está más allá del bien y del mal… ¿Cómo es hoy su vida?
—Mi vida hoy es muy placentera. Hago solamente lo que me da placer, lo que me gusta. Me levanto tarde. Tipo 10 y media u 11. Tomo el desayuno en la cama y leo los diarios. Veo televisión, miro revistas y vuelvo a tomar libros que tengo sobre mi mesa de luz. Siempre junto a mi cama tengo dos blocks y marcadores para anotar lo que me llama la atención y posibles invitados para luego comentarlo con mi equipo de producción. A esta altura de mi vida no voy a hacer nada que me disguste. Me propuse rodearme de cosas agradables. No quiero que me agredan ni que me hagan daño. Porque yo no hago daño a nadie. Y me duele que me agredan y me hagan daño. A veces siento que hay algo contra mí y que me atacan demasiado... Sólo quiero disfrutar de la vida. Mi vida está en función de mi familia y de mi trabajo.
—¿En algún momento la prioridad fue su carrera?
—Si. Y no lo digo orgullosa. En algún momento la carrera estuvo antes que la familia. Cuando los chicos eran pequeños yo hacía mucho cine y estaba largas horas fuera de mi casa. El hogar lo manejaban María y Elba; ellas se encargaban de mis hijos. A ellos no les faltaba nada pero no volvería a hacer esa vida. Me arrepiento mucho de eso. Yo llegaba después de trabajar muchas horas y los bañaba. Esa era nuestra rutina con Daniel. Era mi trabajo. Porque también eso posibilitaba que ellos tuvieran una buena vida. Todo está compensado. Hoy pienso que cuando los chicos vuelven del colegio quieren ver a su madre. ¡Ojo! Ellos jamás me hicieron un reproche por eso. Es una cosa mía el cuestionármelo. Pero ese trabajo también le daba una buena calidad de vida.
—¿Puede imaginar su vida sin la televisión, con la que cumplió 50 años?
—De verdad no puedo hacerlo. Aunque yo quería ser profesora de geografía y a lo mejor me hubiera quedado en Rosario y casado. Pero siempre me imagino disfrutando de la vida. Y ese es un consejo que doy: hay que aprender a disfrutar de todo. Yo lo fui aprendiendo. Fui viendo qué me gusta, dónde me siento cómoda, qué me da placer… Y creo que eso es un don. No todo el mundo lo puede ejercitar. Seguramente me hubiera casado con un hombre rico, o no, pero hubiera tenido una vida muy distinta. Yo quería ser famosa. Desde chica lo quise cuando le pedía a mi madre que me hiciera el moño más grande para que me vieran más. Siempre lo soñé y mi madre nos impulsó haciéndonos estudiar danzas clásicas, españolas, zapateo americano hasta declamación… Y también canto. Hoy todo es improvisado. Pocos se preparan para ser famosos. Yo aún recuerdo los diálogos de mis películas. ¡Soy muy memoriosa! Doy gracias al cielo por tener esta memoria. ¡Aunque hay que borrar las cosas que no son tan lindas! La memoria es buena compañera. ¡La gente me pregunta qué tomo para tener esta memoria! Nada. Pero recomiendo que “ejerciten su cerebro”. Por ejemplo, yo hago crucigramas que es un gran ejercicio para la cabeza.
—¿Cómo se lleva con los avances tecnológicos?
—Me aggiorné con todo. ¡Me encanta la tecnología y aprendí solita! Porque llamé a un profesor para que me enseñara y me contaba toda su vida hasta que me aburrió. Nacho me explica lo que no sé. Me gusta estar actualizada. ¡Me encantaría tener 40 años menos para vivir todos estos avances y no perderme nada! ¡Sería tan feliz! También viajaría más porque siento que lo he hecho poco; no lo suficiente.
—¿Siente que le quedan deudas pendientes? ¿Qué le quedan cosas por hacer?
—Yo hice siempre lo que quise. Lo que me gustaba. ¿Conoce la canción “A mi Manera”? Bueno esa es mi vida. Siempre viví a mi modo. Cuando la escucho digo ¡Esa es mi vida! Eso de tener deudas pendientes ni sé de qué se trata. He tenido sinsabores y dolores muy grandes, muy terribles… La pérdida de mi hijo Dany y de Daniel no se superan jamás.
—¿Le pesa la soledad?
—Yo ahora lo que siento no es la soledad. Eso no me pesa pero sí añoro el no tener una persona con quien compartir lo que vivo. Un confidente, un referente… ¡Eso sí extraño! Eso teníamos con Daniel. Viajábamos, íbamos a festivales, reuniones y después comentábamos todo. Hoy vivo cosas muy lindas pero me falta una persona con quien hablarlas. Y esa es una ausencia que pesa mucho. No tener con quien compartir lo que vivís es muy fuerte. Yo me acostumbré a vivir sola. Me veo con mi familia, con mis amigos todo el tiempo pero cierro la puerta de casa y estoy solita. Los domingos tomo el té de las 6 con mis amigos. Después del programa nos juntamos en casa doce o catorce, jamás trece. Pero a las 8 ya les digo a todos “¡Taza, taza… Cada uno a su casa!”
—¿Cómo todas las divas tiene sus tips de belleza?
—No tengo secretos. Como de todo pero poco. No me cuido en las comidas. Hoy no me privo de nada pero como sólo las cosas que me gustan. Jamás pulpo, ni rana, ni caracoles… Todos esos bichitos raros no me gustan. Desayuno té y nunca me tiento entre las comidas. A la tarde como un tostado o una porción de torta o budín con el té. Soy muy metódica y medida. Aunque por ahí, me puedo comer un bomboncito….
—¿Y gimnasia hace?
—Hago kinesiología dos veces por semana. Son ejercicios para fortificar los cuádriceps para personas mayores como yo. Viene Guillermo Galego, un excelente profesional del Mater Dei a casa y con él trabajamos. Me pone una pesa de un kilo en cada tobillo y yo levanto y bajo la pierna. Todos los ejercicios los hago en la cama y repito 20 veces cada uno. No salgo a caminar porque no me es cómodo y me sería imposible hacerlo por la calle. Pero me hago rutinas en casa que es bastante grande. Voy desde mi cuarto al living contando los pasos y recorro todas las habitaciones hasta cuatro o cinco veces. Mi kinesiólogo me dijo que lo único fundamental para todos los seres humanos es caminar y yo lo hago.
—Su casa es como su refugio…
—En mi casa hago todo. Miro televisión; todos los programas y ahora me enganché con las series de Netflix. Pero también me gusta ir al teatro Colón. Y el cine me gustaba muchísimo. Pero ya no puedo ir más. Porque cuando iba se me sentaba alguien al lado y me hablaba toda la película.
—Ud. está muy comprometida con su país ¿Le gustaría ser presidente?
—¡Ni loca! Sí me hubiera encantado ser intendente porque recorro con mi auto toda la ciudad y voy anotando las calles y las cosas que veo que están mal.
—¿Es noctámbula? ¿Le cuesta conciliar el sueño por la noche?
—Sí… Primero miro televisión y luego me engancho con Whatsap hasta las cuatro de la mañana. Y me comunico con gente que veo que está igual, como Susana (Giménez), mi hermana Goldie o mi amigo Pet Figueroa. Somos todos noctámbulos y cinéfilos así es que comentamos todo lo que vemos.
—¿Qué cosas nunca hizo en su vida?
—Jamás fui a un shopping por ejemplo… Nunca me puse un jeans, ni siquiera sólo para ver cómo me quedaba. Tampoco usé zapatillas porque no sé caminar con ellas; siento que me voy para atrás y que me caigo. Para sentirme segura tengo que tener mis tacos. Ah… y tampoco jamás me puse un jogging, considero que no es una prenda para mi figura.
—¿Alguna vez pensó que de haber nacido en otro país hubiera pertenecido a la realeza?
—No, jamás pensé algo así pero me da mucha gracia. Porque no lo siento. Yo sólo tengo un lema y por eso me arreglo hasta para ir a la puerta. “La calle mata” y por eso jamás salgo desarreglada. Ninguna figura debería hacerlo porque siempre hay alguien que te ve. Soy coqueta por naturaleza y cuánto más grande soy, más me cuido. No me siento una reina pero no creo que en el mundo haya una persona de mi edad que siga haciendo televisión y tenga el poder de convocatoria que yo tengo. ¡Sí hasta salí en el libro Guinnes y en un diario inglés!
—Pero ¿Se siente una diva?
—No lo sé. Sólo sé que me gustaría que me recuerden como una mujer entusiasta, trabajadora y apasionada porque tengo pasión por todo lo que hago. Creo que en la vida hay que ser apasionado. Todo lo que uno hace tiene que hacerlo con el corazón. Si no, la vida te devora. Siempre me pregunto qué va a ser de mi vida el día que me retire. Y no lo sé.
—Ud. se define como una gran “gánica”…
—Soy gánica por naturaleza. Siempre tengo ganas de hacer cosas. Aunque a veces me da fiaca pero no dejo que me gane. Me repito que tengo que vencer eso y que me tengo que entusiasmar con lo que hago y después estoy feliz de haberlo hecho.
—Y frustraciones ¿Tiene…?
—Sí. Tengo una gran frustración y a esta altura de mi vida siento que es una falencia. Y es hablar inglés. Yo no puedo creer que jamás aprendí. Tengo anotadas tres profesoras que digo que voy a llamar para estudiar. Hablo bien francés pero me falta inglés. Y otra cosa que quiero aprender es a cocinar. Jamás en mi vida cociné nada. Siempre digo que cuando sea grande voy a aprender… (Risas) No sé hacer ni un té. Soy una inútil en la cocina. Nunca lo pude sorprender a Tinayre con un plato; ni un huevo frito le pude hacer… Pero no me da vergüenza contarlo porque yo jamás dejé de trabajar. Y la televisión es muy absorbente. Es increíble pero yo manejo mi programa como si fuera mi casa; veo dónde está sucio y mando a limpiar…
—¿Y tiene algún sueño pendiente?
—Sí pero siento que es un sueño que ya estamos grandes para cumplir. Porque es ir los tres hermanos a visitar en Andalucía, en Almería, el pueblito donde nació nuestro padre, que se llama Aulelia del Campo. Nunca fuimos y ya creo que es tarde para hacerlo.
—¿Cómo vive el amor hoy?
—Es un tema que no me da vergüenza hablarlo a pesar de ser muy pudorosa. Pero no me gustaría para nada volver a enamorarme. Me da rechazo el sólo hecho de pensar en algo así. No me puedo imaginar con un señor al lado. ¡No, me muero! ¡Despertarme con otra cara en la almohada! ¡Ayyy, nooo! Mi amor hoy es mi familia, mi trabajo, mis amigos…
—¿No tuvo candidatos que se le acercaron en los últimos años?
—A mí me encanta seducir pero nunca tuve candidatos. Me gusta que digan que soy una señora grande, linda y elegante. Pero nada más. Linda es una palabra preciosa que no se usa tanto. Quizás yo no doy lugar a que se acerquen… Porque siempre tengo terror de lo que la gente pueda decir de mí.
—¿Y la seducción?
—Eso es otra cosa. Me encanta seducir a todos y a un caballero me divierte mucho hacerlo. Pero hasta ahí nomás. Soy muy moralista. Soy mujer de un hombre solo. En mi generación te lo iban metiendo en la cabeza desde chica. Es cuestión de educación, de vida. Por ejemplo yo jamás ví a mi madre sin ropa y mis hijos nunca me vieron tampoco. Hoy veo padres que se bañan con sus hijos y a mí no me entra en la cabeza. Pero ya es una actitud de vida. Es la formación que tuve y ya no voy a cambiar.
—¿Pero le gusta sentirse bella?
—A mí me gusta gustar. Obvio que me encanta que me digan que estoy linda. El otro día estaba en una comida y pasó por detrás de mi silla un señor al que ni vi y me dijo “Estás preciosa”. Eso me encantó. Me gusta que me elogien y que me admiren. También que me piropeen. No puedo negarlo, sí me gusta seducir. Soy una seductora nata.
—¿Y se considera feminista?
—No. No creo ser feminista. Pero tampoco lo tengo muy claro. Porque me parece fantástico defender los derechos de las mujeres. Pero cada uno se va haciendo sus derechos en la vida con su forma de actuar, de trabajar… Yo estoy a favor de la mujer en esas cosas y si eso es ser feminista, lo soy. Por lo pronto creo que tiene que ganar igual sueldo que el hombre por el mismo trabajo. No soy revolucionaria. Sí soy provocadora. Tengo carácter. Sobre todo porque siempre trabajé entre hombres y es muy difícil imponerse si uno no tiene personalidad.
por Gaby Balzaretti
(Prod. Alicia Blanco)
F.DE BARTOLO/PERFIL