La mañana del jueves 11 de junio se despertó más tarde de lo que acostumbra. Marina lo dejó dormir un rato más. Era un día muy especial y, después de muchos meses, iba a volver a trasnochar. A reunirse con sus “gomías del alma”. Esos que estuvieron en las buenas y que también se mantuvieron firme a su lado, en las malas. Humberto Vicente Castagna —Cacho Castaña para todos— cumplía 73 años y no era un día para vivirlo como otro más. Hace apenas unas semanas que recibió el alta después de permanecer internado durante doscientos veinte días en un sanatorio más dos meses en otro y cinco en un centro especializado en recuperación. Marina Rosenthal (36) le sirvió el desayuno con un fuerte beso y el primer saludo de cumpleaños. La misma bella, rubia y sólo en apariencia, frágil mujer que lo acompaña sin descanso. La misma que supo escribirle “Antes de entrar en una batalla, hay que creer en el motivo de la lucha. Porque sabemos que el motivo, amor mío, es que seguimos luchando. Te amo”. Afuera brillaba el sol y el frío del ya instalado otoño se hacía sentir. Por eso Marina arropó a su amor y le dijo que se preparara especialmente para la noche, porque iba a tener una gran sorpresa. En el restó Eliseo, de Martínez, muy cerca de su casa, se organizaron especialmente dos mesas largas y otras más pequeñas para recibir a los 45 invitados que celebrarían, en exclusiva para CARAS, junto a Cacho sus 73.
“Sobreviví a la enfermedad y casi me muero de la emoción del festejo —confesará el cantante después—. Lo que sucede es que estuve más cerca que nunca de la muerte y, aunque hoy siento que los miedos que tenía ya están quedando atrás, no quería que la gente me viera mal. Y, cuando me miraba al espejo, me parecía que aún no estaba en condiciones de mostrarme. Que aún me faltaba un poco más...” Sí, Cacho está todavía un poco demacrado pero lo lógico para una persona que estuvo internado en terapia intensiva con un pronóstico nada esperanzador. Y no niega que su gran coquetería es la que lo lleva a todavía no estar muy seguro de la imagen que lo convirtió en el “gran seductor de la Argentina”, en el popular “matador”. Susana Giménez no pudo ir pero fue una de las primeras en llamarlo por teléfono y alegrarlo con su cariño.