Está triste. Con bronca y dolor. No sabe muy bien cómo explicar sus sensaciones. Cada que vez que intenta hablar de los desencuentros con quien tantas veces no dudó en señalar como “El gran amor de mi vida. La mujer de mi vida”, sus palabras se entrecortan. Su mirada se nubla. No es el Federico Bal de siempre. Se muestra quebrado y, por momentos, hasta abatido. Hoy sólo encuentra refugio en su trabajo. Precisamente su participación en la obra “Enredados”, el segundo fin de semana de mayo, lo obligó a subirse a un avión y volar a presentar la comedia en San Juan, La Rioja y Catamarca. Allí, frente a un árido paisaje, añorados viñedos, sendas de tierra, viento, un sol que aún deja fuertes marcas y noches que obligan a buscar un abrigo, Federico aprovechó las horas en soledad para pensar. Reflexionar sobre su vida y hasta quizás, “mezclar las cartas y barajar de nuevo”.
El “chico grande” como le gusta llamarlo a su madre —Carmen Barbieri— se había enamorado perdidamente de Barbie Vélez y ya soñaba con una boda y un hijo. Sin embargo, repentinamente, todo cambio. Luego de un año y dos meses de convivencia, el amor mutó. Se transformó en “pesadilla”, como él no dudó en definirlo. Y el escándalo estalló con graves denuncias de “Violencia de género” por parte de los dos y con moretones en el cuerpo de ella que se revelaron como las consecuencias de las disputas.
“En la fecha se presentó en esta dependencia el Sr. Federico Bal (actor) deseando realizar una denuncia contra su ex pareja Bárbara Nazarena Vélez de quien se encuentra separado desde hace unos días, refirió que el sábado 30 de abril a las 06:00 horas de la mañana, al regresar el nombrado se encontró con Bárbara en su departamento, lo cual lo sorprendió, comenzando un diálogo normal con la misma hasta que ella tomó el celular de Bal y se retiró con el mismo. Al regresar la mujer comenzó una discusión entre ambos en la cual la imputada tomó un calzado y rompió el televisor, como así el celular, causándole lesiones a Bal en la rodilla y brazo izquierdo (visibles)...”, rezaba la denuncia en su párrafo principal. Celos, descontrol, alcohol, drogas, gritos y destrucción de parte de su departamento, fueron algunos de los condimentos de un cóctel letal.
“Nadie sabe en el infierno en el que yo estaba viviendo; lo que fueron las últimas semanas de mi vida. Me callé por cuidarla y cuidarme. Yo me enamoré de una mujer hermosa, con tremenda personalidad, proyectos, talento, que me hizo ver cosas del amor que nunca había pensado. Quería construir una familia con ella; tener hijos, casarme... Yo era vago, un bardo, y ella me puso en línea. Hoy, a la distancia, siento que ejerció una dominación sobre mí. Con celos enfermizos por parte de los dos. Y se nos fue de las manos todo... Barbie me dio los mejores momentos de mi vida y hoy me está dando los peores”, aseguró “Fede”, como lo llaman sus amigos.
La furia de una madrugada terminó frente al estrado de la Policía con abogados que hoy hasta se atreven a pronunciar la palabra “Cárcel”.
El lunes 9, a primera hora de la mañana, Bal regresó a Buenos Aires en un vuelo que lo trajo desde Catamarca y que bajó en Ezeiza. Apesadumbrado, cansado y sin las energías que solían distinguirlo aseguró: “Soy fuerte y estoy de pie pero vengo muy lastimado. Tengo mucho dolor y pensé que la gente, en el interior, me iba a bajar el pulgar”. Y fue precisamente en La Rioja, reunido con cientos de chicos, en la Escuela de Educación Especial Múltiple Crucero Ara General Belgrano, que era su “sueño” en el Bailando del año pasado, donde halló un consuelo. “Encontré un mimo entre tanto dolor. Un poco de amor genuino”, repitió al descender del Vuelo 2441 de Austral.
“Mi casa está explotada; es un caos. Pero me acusan de algo que no soy. ¡Nunca en la vida le pegué! No la zamarreé. Simplemente frené lo que estaba pasando esa madrugada en mi casa. Con Bárbara ya no vivíamos juntos desde hace unas semanas. Pero ella tenía las llaves, entró en mi casa y la destruyó. Intenté agarrarla y frené el ataque. El moretón que ella mostró puede ser de un agarre... Me da mucha vergüenza hablar de ésto pero no me dejó otra salida... El problema nuestro fue normalizar los celos enfermizos; el sentir que yo te puedo privar de hacer ciertas cosas, controlarte y eso, se nos fue de las manos... Hubo un episodio —con un cuchillo, según se sabrá después ya que Bal opta por no nombrarlo— muy violento, donde dije ‘Esto ya está. Esto termina en homicidio’. Y no por parte mía. ¿Cómo suceden los homicidios no premeditados? Una mujer loca o un tipo agarran un cuchillo y te mata. Y dije ‘no’. No digo que haya pasado exactamente eso. Sólo quiero decir que hubo un episodio de violencia extrema hacia mí. La llamé a Nazarena y le dije ‘no puedo más’. Era una época en la que Barbie me encerraba. Me sacaba el celular, mis llaves del auto por si me quería ir y se encerraba en el cuarto con todo adentro... Hubo una discusión muy grande donde Barbie me rompe un whisky y una puerta. Entró en crisis y yo la agarraba y le decía ‘no grites, tengo vecinos...’ No tenés que tener el código del celular de tu mujer y no le tenés que prohibir ir a una previa con sus amigas. Yo muchas veces me quedaba con ella en lugar de salir con mis amigos porque ver a esa mujer hermosa durmiendo a mi lado, era más fuerte que nada. Después de estas discusiones ella dormía conmigo en el pecho. Y ésto era permanente. Nuestras peleas siempre terminaban en la cama, con amor, llorando, abrazados como dos enfermos”, contó Fede haciendo pública una intimidad tan sorprendente que mucho se asemeja al guión de un drama pasional de Hollywood.
El actor no quiere hablar más aunque vive la contradicción de también querer gritar lo que es su verdad y así también se atreve también a enfrentar los rumores que hablaban de un embarazo. “Era una situación que yo estaba viviendo con Barbie; una duda por un atraso pero que nunca llegó a ser embarazo. Nosotros queríamos tener un hijo. Hace unas semanas pasó algo que me molestó mucho y empezamos a hablar de separarnos. Estábamos los dos preparados para ser padres. Lo que más quería era tener un hijo con ella; teníamos hasta los nombres. Nunca en mi vida fui tan fiel”, afirma con una seguridad tan grande que intimida. Prefiere encerrarse en su departamento y sólo, cada tanto, con sus incondicionales amigos de la infancia y, a veces, con su padre, Santiago Bal. No así con su madre. Ya que no quiere complicar más la tensa relación que mantiene con ella.
“Nosotros normalizamos la pelea, el grito y eso no se debe hacer. Son cosas que por lo general le pueden pasar a una mujer pero hay hombres que también vivimos un infierno. Yo elegí esa mujer y esa mujer vino con un montón de cosas hermosas y otras durísimas. Nuestras discusiones empezaban y nosotros no nos acordábamos por qué. Y eso se había hecho habitual. Si ésto me cuesta la carrera, no me importa, pero esta relación que teníamos era tóxica. Los dos nos hicimos muy mal y muy bien. Nunca amé a una mujer así pero tampoco jamás viví una situación tan límite. Porque cuando yo la agarré del brazo fue para que no me rompa más la casa... ¿Cómo le voy a pegar? Si era mi novia; era mi bebé...El moretón que tiene no sé si es mío. Ese día que peleamos ella estaba incontrolable. Leyó un mensaje que no decía nada. Hasta me encuentro justificando yo su locura...”, aseguró el actor que aún no sabe si todo el escándalo no lo dejó afuera del “Bailando por un sueño”.
“Si de algo sirve todo ésto que está pasando es para que las parejas no normalicen las peleas, no revisen el celular del otro, no lo priven al otro de salir con sus amigos, no lo controlen... Eso no es normal. Yo no tengo problemas de irme del Bailando, de la gira... Me pongo un kiosco en la esquina de mi casa. No me importa. Muchas veces barajé la posibilidad de separarnos. Pero era más locura. Hace tiempo que yo me tendría que haber separado de ella y ella de mí. Teníamos una relación adictiva. Pero con Barbie no vuelvo nunca más. La amo, completamente. Pero nunca más. Se terminó”, repite Federico Bal quebrado, desorientado, a disposición de lo que dicte la Justicia que el mismo lunes 9 ordenó allanar su departamento ubicado en Belgrano para constatar los daños que le atribuye a Barbie.
“En aquel momento, yo le hice sus valijas, le mandé su heladera y hasta el abogado dividirá los bienes del auto que ganamos en el programa ‘Como anillo al dedo’. Yo no soy un golpeador; soy un hombre de 26 años con un amor enfermo. Hay cosas en la denuncia de Barbie que no son ciertas y tengo como comprobarlo. Hoy estoy en manos de la Justicia y de un rumor de golpeador. Es horrible pero no siento miedo porque sé que no soy culpable de nada”, repite con su mirada perdida en un futuro incierto.