Atrás quedó la vida sacrificada que Mariana de Melo (37) vivió en su infancia en Misiones. Criada en una familia con 8 hermanos y sin su mamá, desde chica tuvo que salir a trabajar de mucama, y nada le fue fácil. A los quince años llegó a la capital y tuvo que sorportar el bullying de sus compañeras quienes la cargaban por sus orígenes. Sin embargo, lejos de darse por vencida, Mariana se fortaleció con cada una de las instancias que enfrentó. Hoy la vida la recompensa con un presente lleno de felicidad que comparte con su marido, el empresario José Fortunato y su pequeña hija Lupe (9 meses). Ellos son el engranaje principal de su existencia. “La convivencia con mi hija es preciosa. Los primeros meses fueron algo difíciles pero ya aprendí.
Ahora soy una mamá canchera”. Orgullosa, Mariana de Melo mira embelesada a la pequeña y se ríen juntas. Juegan con las manos y Lupe, súper despabilada, aplaude. “Mi vida es bella. Disfruto mi presente y con ella siento que tengo una compañera. Además tengo un marido ideal. Somos almas gemelas y la convivencia es un placer. Sabe lo que quiero y me da todos los gustos. Nuestro proyecto de familia recién empieza a armarse. Quiero llenar mi casa de hijos y dedicarme todo el tiempo a ellos. Me gustaría tener 6 o 7”, asegura.
Pero este sueño no sería posible si no tuviera la complicidad de José que, según afirma, es un papá muy baboso y al que su hija se desespera por verlo: “Cuando él entra a casa, lo primero que hace es agarrar a la beba y ponerse a jugar. En ese momento se produce una comunión de amor que es maravillosa”.
A pesar de haber tenido una propuesta laboral para hacer teatro en Carlos Paz, Mariana sin dudarlo la deshechó. “Prefiero estar con mi familia. No quiero perderme un instante de estar en mi casa. José es todo para mí. Es mi amigo, mi compañero, mi novio y mi guía. Estoy muerta de amor”. A pocos días de haber comenzado el 2017, Mariana ya pidió su primer deseo: “Ojalá pronto quede embarazada”. Reflexiva,valora infinitamente su presente y concluye: “Dios se acordó de mí. Estoy muy feliz y todavía no puedo creer mi presente. El amor cambió mi vida. Lo único que me queda es agradecer por todo lo que tengo”.
por Leticia Pomo
Agradecimientos:
Fotos: Eduardo González Nobile.
Hotel Wyndham Nordelta.