Sigue siendo una mujer luminosa. Dorada. Cuando habla, dice, o explica los motivos de su cambio. Conocí a Xuxa hace 26 años, en los inicios de los 90 y frente a su primera llegada a la Argentina. La entrevisté durante años y en cada una de las charlas siempre hubo verdad, cierto aprendizaje y agradecimiento. Ya no es la misma de entonces.
Tiene 55 años, una hija, Sasha, de 20, y un novio, el compositor, cantante y actor Junno Andrade – un especie de George Clooney latinoamericano- al que ama entrañablemente y sueña morir a su lado. Ahora cocina, se prepara sus propias recetas veganas y levanta los platos de la mesa. Sigue siendo la misma pero distinta. Con más certezas que dudas. Aprendiendo de sus propias palabras y sus decisiones. Tiene humor, se ríe de algunas anécdotas pero jamás deja de responder a mis preguntas, que como entonces, están enmarcadas dentro de un prisma de confianza y sinceridad inquebrantable. Todo lo dirá ella. Porque ella es todo en sí misma.
—¿Con qué concepto estético y personal construyó su mansión de Barra da Tijuca?
—Es una casa que construí especialmente pensando en mi mamá (fallecida en mayo de este año) y mi hija. Tiene un sector para jugar al voley (que Sasha adora, y se siente muy representada), una semi playa, salas de baile, gimnasio, cuartos de huéspedes, y por sobre todo, ascensores y piletas climatizadas para que mi madre pudiera trasladarse con su silla de ruedas e hicieras sus sesiones de terapia. Tengo un estudio fotográfico, y un espacio en el living principal, donde hay un sector dedicado a la Naturaleza: verde y mis pájaros. Es como una pequeña selva en donde tengo todo tipo de loros, agapornis y papagayos sueltos, en libertad. Tengo más de 30 y cada uno tiene su nombre. También tengo 8 perros…
—Pero uno es su mascota preferida, un perro que vive con todos los privilegios de una diva…
—No es perro (interrumpe con simpatía) es mi hijo, Dudu. El duerme conmigo y no se junta con los otros. En mi cuarto tengo una parte sólo para él. Tiene sus juguetes y sus cosas. Se baña y duerme conmigo en la misma almohada. Viaja por el mundo y tiene su propio pasaporte con su foto sonriendo (se ríe) Pero es verdad, cuando se sacó la foto le dije : “Dudu, sonríe…” y sonrió. Ademas, puede entrar conmigo a todas partes porque tiene los papeles de “Dog Emotional Sopport.”
—¿Qué significa tener un perro con soporte emocional?
—Cuando yo hablé con mi psiquiatra me dijo que cuando yo estoy al lado de Dudu estoy más calma, más tranquila. Que era importante que él me acompañara a todos lados para mí equilibrio emocional. En este último viaje a la Argentina no va a poder acompañarme porque esta muy grande, tiene 11 años y toma mucha medicina.
—¿Toda la decoración de su casa fue pensada y diseñada por usted?
—Sí, pero no es una casa lujosa.
—Pero todo es inmenso, tiene dimensiones XL…
—Me gusta mucho el blanco, y el beige. No me gustan muchos los colores fuertes ni las cosas antiguas. Me gustan los cuadros que representan cosas…yo estoy pintando algunas cosas, flores, paisajes, pero la que pinta desde siempre es mi hija, Sasha.
—¿De quién heredo su hija esta faceta creativa y artística?
—Mi padre fue profesor de educación física, y además era un excelente jugador de voley, a Sasha le encanta el Voley y en Brasil fue jugadora profesional. Luego se inclinó para el mundo de la moda, diseñaba trajes, como lo hacia mi madre. Yo hago gimnasia para estar bien, mi hija hace gimnasia para sentirse bien. Ella todo lo que hace lo hace por pasión.
—La misma pasión que usted puso para decorar cada rincón de su mansión…
—Lo mismo, yo me encargué de todo. Y lo que me gustó para mi casa, he salido y lo he comprado yo. El lugar que más me gusta y el que más disfruto es cerca de la pileta, donde está la mayoría del día el sol. Toda la vida hice topless, ahora no tomo sol porque no me hace bien. Ultimamente estoy pensando vender la casa. Por varios motivos, primero porque tiene la impronta de mi madre, a la que extraño mucho y también porque aquí vivió mi hija por más de ocho anos. Sasha estudia y vive en Manhattan y por el momento no piensa volver. Quiero vivir en una casa más pequeña para vivir con Junno y María (su ama de llaves de toda la vida). Aquí hay cocoteros de todas las partes del Brasil, incluso del sur, y muchas plantas de Bali. Yo solo le pedí al jardinero que colocara flores (muchas orquídeas) en colores naranja, verde y blancas. Me gusta la armonía. La claridad. Necesito la luz. Inclusive cuando me visto de forma diaria, sólo utilizo colores claros, y camino por la casa descalza. Para los shows, el negro y el colorado.
—¿Usted se vislumbra como una mujer de luz?
—Lo que yo transmito son las cosas que creo. Amo la Naturaleza, los niños, creo mucho en Dios..quizás estos valores estén muy dentro mío, y es difícil que yo no hable naturalmente de lo que siento y creo. Y estas características también las tiene Sasha y siempre las tuvo mi mamá. En la entrada de mi casa te recibe una gran estatua de la Diosa de la Naturaleza. Siempre quise y soñé con tenerla. Creo en los símbolos espirituales, y tengo varios distribuidos en toda mi casa. En mi dormitorio tengo una Ganesha.
—Muchos deben de observar que usted en la intimidad es una mujer sin misterios.
—Es que así soy, como me ves. En mi casa soy una mujer simple, que camina sin zapatos, no hago nada de lo que no haya dicho o la gente no sepa. En Argentina, por ejemplo, esta Susana Gimenez, la máxima diva que aún conserva un halo de misterio. La gente se fascina porque siempre quiere saber más de ella y siente intriga como es en la intimidad, como se levanta, como se prepara para irse a dormir. Esto no pasa conmigo. En una hora las personas saben como soy, que amo a Junno, que soy vegana, que amo a los animales, a los niños, y que no miento. Nunca.
—¿Es fácil convivir con Xuxa?
—No soy una persona muy fácil porque mi vida no es una vida normal. Pero cambié mucho. Saber lo que quiero no me lo quita nadie. Ya nadie me dice donde tengo que sentarme, que decir o cuando callarme. Fui muy manipulada y hacía todo lo que me decían. Ya no.
Por Héctor Maugeri (Desde Rio de Janeiro)