Con tan sólo dos añitos, Dionisio Mendoza, sabe hacer de todo. El estímulo de su padre, Flavio, para que su hijo tenga una vida plena, va desde enseñarle el amor por los animales, aprender natación desde muy chiquito, hacer juegos de encastre para desarrollar la motricidad fina y muchas cosas más.
Ahora, en plena cuarentena, y al estar todo el tiempo juntos, Flavio comparte más tiempo con el niño y en esta etapa está enseñándole a meditar. Dio, atento a las indicaciones de su papá, se sienta en posición de indio y junto a una pequeña escultura de un buda Gautama, comenzó a hacer meditación.
El coreógrafo tiene siempre en cuenta que la plenitud de su hijo pasa no sólo por lo exterior sino también por su vida interior y, lo pone en práctica, a medida que Dio va creciendo.
Al finalizar, enunció Namaste, el clásico saludo del sánscrito.
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