El cáncer es, sin dudas, una de las enfermedades más desafiantes de nuestra época. Más allá de lo que sucede en los laboratorios y en los consultorios médicos, cada vez más investigaciones muestran que el estrés, las emociones, los pensamientos y hasta los hábitos cotidianos juegan un papel central en el inicio, la evolución y la recuperación de la enfermedad.
El estrés y el cuerpo que enferma
Cuando atravesamos estrés crónico, el cuerpo mantiene altos niveles de cortisol y adrenalina. Estas hormonas, necesarias en momentos puntuales, en exceso generan inflamación, debilitan el sistema inmunológico y alteran la capacidad de las células para repararse. Esto crea un terreno más fértil para que procesos anómalos se instalen, incluyendo los que pueden dar lugar al cáncer.
Las emociones reprimidas como el enojo, el resentimiento o la falta de perdón han sido
estudiadas en su relación con la enfermedad. Un trabajo clásico de la psiconeuroinmunología muestra cómo las emociones negativas sostenidas impactan en linfocitos y células NK, las encargadas de "vigilar" y destruir células tumorales incipientes.
Pensamientos, creencias y cáncer
Los pensamientos repetitivos de impotencia, de “no puedo”, de falta de sentido vital, pueden debilitar la respuesta inmunológica y aumentar la vulnerabilidad. Del mismo modo, creencias rígidas y autoexigencias extremas generan un terreno psíquico que impacta en el cuerpo.
El cáncer muchas veces aparece asociado a vivencias de enojo no expresado, traiciones profundas o duelos no resueltos.
Alimentación y prevención
La alimentación es una de las herramientas más poderosas en prevención y acompañamiento. Estudios muestran que dietas ricas en ultraprocesados, carnes procesadas, azúcares refinados y exceso de alcohol aumentan el riesgo de cáncer de colon, mama y estómago, muy prevalentes en Argentina.
En cambio, una alimentación antiinflamatoria, con frutas, verduras, legumbres toleradas, cereales integrales, pescados ricos en omega 3 y aceites saludables (como el de oliva), tiene un rol protector. El consumo adecuado de fibras, crucíferas (brócoli, coliflor, repollo) y alimentos fermentados ayuda a la microbiota intestinal, clave en la regulación del sistema inmune.
Medicina tradicional y complementaria: no polarizar
Uno de los mayores peligros en el abordaje del cáncer es la polarización. Quedarse solo con la medicina tradicional sin abrirse a lo emocional y lo espiritual, o, por el contrario, rechazar los tratamientos médicos y confiar únicamente en terapias alternativas, puede ser riesgoso.
La medicina tradicional ofrece herramientas valiosas: cirugías, quimioterapias, inmunoterapias, radioterapia. Muchas de ellas hoy logran cronificar o curar la enfermedad. Pero la medicina complementaria aporta recursos igual de necesarios: técnicas para reducir estrés (meditación, yoga, respiración), terapias integrativas como la acupuntura, la psicooncología, la biodecodificación o las constelaciones familiares, que ayudan a mirar el trasfondo emocional y ancestral.
Un estudio de la Sociedad Americana de Oncología Clínica mostró que los pacientes con cáncer que practicaban mindfulness tenían mejor tolerancia a los tratamientos y menor percepción de dolor. En el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, EE.UU.) también se han reportado beneficios del yoga y la acupuntura en la calidad de vida de pacientes oncológicos.
Constelaciones familiares y el sentido transgeneracional del cáncer
Desde la mirada de las constelaciones familiares, el cáncer muchas veces se relaciona con lealtades invisibles en el árbol genealógico. Puede aparecer como una forma de dar voz a duelos que no se hicieron, secretos familiares, exclusiones o injusticias no reconocidas.
El cuerpo, en este sentido, porta memorias transgeneracionales: lo no resuelto de una generación busca expresarse en otra.
Así, una enfermedad puede estar mostrando que algo en el sistema familiar necesita ser visto, honrado y reintegrado.
Trabajar estas memorias desde lo transgeneracional no reemplaza el tratamiento médico, pero sí ayuda a liberar cargas y a restituir el flujo vital, dando al paciente más fuerza interior para afrontar su proceso.
Una mirada holística: sanar es integrar
La visión holística nos recuerda que el ser humano es un todo: cuerpo, mente, emociones y espíritu. Ser holístico no es elegir entre un camino u otro, sino integrar. Alimentación, medicina científica, terapias complementarias, acompañamiento emocional y espiritual: todo suma y todo potencia.
La polarización puede ser peligrosa. Creer que solo con una biodecodificación “me curo” o que solo con lo científico basta, es incompleto.
La clave está en amigarnos con la complementariedad. El cáncer, más que ninguna otra enfermedad, nos invita a hacer equipo: con los médicos, con el entorno afectivo, con uno mismo y con la vida.
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Dra. Lorena Aquino
Médica Integrativa – MN 176200
11 3353 3513
Instagram: @dra.lorena.aquino






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