A medida que se acerca el fin de año, muchas personas se enfrentan a una época de emociones intensas, marcada por la expectativa de renovación, pero también por sentimientos de frustración, culpa y angustia. En su nueva reflexión, la Lic. Carolina Molina aborda este fenómeno psicológico que suele aparecer en los últimos días del año, explicando cómo esta época puede afectar nuestra salud mental y cómo podemos atravesarla de manera más saludable.
Un ciclo que cierra y otro que comienza
Según la Lic. Molina, el fin de año es, simbólicamente, un cierre de ciclo, similar a lo que representa el domingo: un espacio entre el pasado y el futuro. "Es una época de balance que generalmente provoca estrés", explica la psicóloga. Aunque no existe ninguna ley natural que indique que el 1 de enero necesariamente trae una renovación subjetiva, sí es un momento cargado de simbolismo. La ansiedad, la culpa, la frustración o la esperanza suelen ser las emociones que se disparan durante este periodo.
La compulsión por ser feliz, un fenómeno común en esta época, puede resultar peligrosa para la salud mental. El deber de "estar bien", de realizar las festividades de acuerdo a un modelo idealizado, genera una presión extra sobre muchas personas. Según la Lic. Molina, este tipo de expectativas nos obliga a mirar hacia el futuro sin detenernos a reflexionar sobre lo vivido.
Los sentimientos que desatan la angustia
En relación a las emociones más comunes al final del año, la Lic. Molina señala que existen dos sentimientos principales que disparan malestar: “lo que ya llegó” y “lo que no llegó a tiempo”. Estos se refieren tanto a los logros personales como a las frustraciones de no haber alcanzado ciertos objetivos. A fin de año, muchas personas se enfrentan al inevitable balance de lo que esperaban cumplir y lo que realmente sucedió. "Aparece todo aquello que recordamos de nuestra historia, lo que fuimos repitiendo sin darnos cuenta y lo que hay que seguir reelaborando para un futuro cercano", afirma.
Tres consejos para reducir el estrés de fin de año
- Evitar la comparación con los demás
La Lic. Molina destaca la importancia de centrarse en uno mismo, sin caer en el juicio o la comparación con la vida de los otros. "Cada quien tiene su propia historia y su propio ritmo; juzgar a los demás solo nos aleja de nuestro propio proceso", señala. La tentación de comparar nuestras vivencias con las de otros es una forma de evasión que nos impide mirar nuestras propias experiencias y emociones de forma sincera. - Fomentar la reflexión personal
En lugar de centrarse solo en las festividades o en los demás, la psicóloga recomienda reflexionar sobre los pequeños momentos del año que valen la pena. "Describir lo vivido, recordar un sabor, un lugar visitado, un momento de conexión genuina, puede ser muy útil para centrarnos en lo simple y valorar lo que realmente importa", aconseja. - Evitar la sobreocupación y la obligación de felicidad
El estrés del fin de año también se incrementa cuando lo vivimos como una serie de tareas que debemos cumplir a toda costa: preparar comidas, enviar saludos, organizar festejos. "La sobreocupación es una técnica del olvido, una fuga hacia el futuro. Esta actitud nos desvincula de los afectos genuinos y los sustituye por acciones vacías", reflexiona Molina. La autora sugiere ver esta época no como una obligación, sino como una oportunidad para detenerse y valorar lo vivido.
Palabras finales: pensarse a uno mismo en el nuevo año
Como cierre de su reflexión, la Lic. Carolina Molina invita a los lectores a no caer en la trampa de los ideales ajenos ni en la presión social. "El deseo debe ser el motor de experiencias dignas de ser compartidas, y estar en proceso de alcanzar esos deseos vale tanto como alcanzarlos", concluye. El fin de año, más que un momento para celebrar el éxito o lamentar los fracasos, es una oportunidad para el aprendizaje y la autovaloración.
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