Vivimos sujetos a creencias populares que nos condicionan inconscientemente, día a día y sin que nos demos cuenta. Mitos cercanos y cotidianos que nos rodean, como que tomar agua sin respirar nos va a curar el hipo o que romper un espejo trae siete años de mala suerte. En el mundo del canto, uno de los mitos más difundidos, de esos en los que casi todos creíamos, es que “para cantar bien hay que nacer con buena voz”.
Antes, los maestros de canto seleccionaban cuidadosamente a sus discípulos, reservando el derecho de admisión a unos pocos elegidos. El único canto posible era la ópera y para llegar a ser cantante había que estar dispuesto a estudiar día y noche, y a sufrir. Hoy ya no vivimos en ese mundo.
Los tiempos cambiaron, y actualmente se aprecian muchos tipos de voces diferentes (¿cantan igual Lali Espósito y Ariana Grande, Bruno Mars y Chayanne?) y acceder a una clase de canto se volvió mucho más sencillo y a mano para casi cualquiera que lo desee.
Sin embargo, sigue habiendo ideas instaladas muy profundo en el inconsciente colectivo: que una buena voz es un don con el que se nace, o no; que para aprender a cantar hay que ser afinado, tener buen oído y gran musicalidad (es decir, casi como si para aprender a cantar hubiese que empezar ya sabiendo cantar); que hay que entrenar ocho horas diarias, como los pianistas. Y que no todas las personas podemos hacerlo. Mentira.
A cantar, se aprende, e incluso todos cantamos ya, desde que somos chicos: en el jardín, en casa, mientras jugamos. Lo que queremos aprender cuando pensamos en tomar clases de canto es a hacerlo mejor, o de un modo entendido como “más bello”.
Llevo más de veinte años dando clases de canto y jamás encontré a una persona que no pudiera cantar. Y mejorar. Y crecer vocalmente hasta quién sabe dónde. Y no hace falta sufrir para ello, ni estudiar ocho horas diarias.
Sólo es necesario estar dispuesto a jugar, encontrar un maestro que nos acompañe con amor, paciencia, respecto y con el conocimiento y la formación necesarios para saber cómo sacar todo nuestro potencial a la luz y dejar que nuestra voz brille.
Cantar siempre fue una necesidad del hombre, para expresarse, para comunicarse, para liberarse. Cantar no es un privilegio: es un derecho. Y todos deberíamos saber que podemos hacerlo.
Pueden comunicarse con Carolina Roisinblit y conocer sus libros acerca de canto a través de sus redes sociales y correo electrónico:
Instagram: @carolina_roisinblit
Email: [email protected]
Y conseguir todos sus libros a través de su Instagram o directamente desde la web






Otra visión del boom importador

Carolina de Mónaco (68 años) se compraría sin dudarlo estos 5 vestidos de Zara, ideales para las mujeres más elegantes

Pizza sin levadura ni leudado: la receta de Jimena Monteverde que es imposible de fallar
