Respecto del porqué y cómo se estructura nuestra forma de ver a los perros, en primer lugar aclarar que no nos gusta el término mascota, ya que pone al animal como algo que nos sirve, y no como un individuo con derechos con quien convivimos; y en lo relacionado a nuestra evaluación e intervención, es importante destacar que de la misma manera en que para evaluar su salud comportamental, nos centramos en las cuatro dimensiones: física, emocional, cognitiva y social, también esta forma de ver a los perros puede aplicarse a cuánto y cómo nos benefician al compartir nuestra vida con ellos.
En el área física: porque nos hacen pasear, tener una vida más activa y mayor contacto con la naturaleza; quien tiene perro no solo dedica más tiempo a salir, sino que va al campo y/o a lugares al aire libre con más frecuencia.
En el área emocional: los perros nos ayudan a empatizar, porque no podemos entendernos con ellos con palabras del modo en el que lo hacemos con las personas. Debemos reconocer lo que sienten y, lo que es más difícil, encontrar la manera de hacerle llegar nuestras emociones. Aprender a querer y a ser queridos por otra especie es pura inteligencia emocional.
En el área cognitiva: el esfuerzo cognitivo que supone aprender a educarles, buscar la manera de que sean felices y comprender el sentido profundo de sus acciones es como aprender otro idioma, y hasta aún más difícil ya que todos los idiomas son hablados por la misma especie, la nuestra, mientras que aquí aprendemos a entendernos con una especie diferente. Desarrollamos un código de comunicación para decirles lo que deseamos, y aprendemos cómo entender sus señales propias. ¡Es increíble que algo tan complejo nos parezca tan cotidiano!.
En el área social: la compañía de la que nos proveen los perros nos impide sentirnos solos, incluso en momentos de ruptura o malestar emocional. Aportan una red de seguridad invisible que nos hace saber en todo momento no solo que somos queridos, sino que merecemos serlo. Eso es algo que todo el mundo debería tener en su vida.
Es así que, los animales que nos acompañan en nuestra vida no solo nos hacen más felices, sino que nos hacen más sanos, más listos y mejores personas.
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