Se ha popularizado el término "Generación Desapasionada" o "Generación de Cristal" para "etiquetar" a los jóvenes que han crecido en un mundo marcado por la inmediatez, la sobrecarga de información y una creciente sensibilidad hacia temas sociales. Estos jóvenes son caracterizados por su falta de entusiasmo y pasión. Crecieron en un mundo de incertidumbre y presión, lo que los llevó a priorizar la estabilidad y seguridad sobre la búsqueda de sueños y aspiraciones. Aunque pueden parecer desinteresados, en realidad, están adaptándose a las realidades de su tiempo, priorizando la supervivencia emocional y la autenticidad.
En la actualidad, los jóvenes se enfrentan a un mundo saturado de información, lo que puede generar desconfianza y apatía hacia temas sociales. Sin embargo, su empatía puede verse reflejada en la defensa de temas como el medio ambiente y la igualdad, por citar solo algunos ejemplos.
Los protagonistas de esta generación, nacidos entre mediados de los 90 y principios del 2000, han sido testigos de una transformación social y tecnológica sin precedentes. Han crecido con acceso a Internet, redes sociales y una constante exposición a eventos globales, desde crisis climáticas hasta movimientos por los derechos humanos. Esta conexión con el mundo ha forjado una conciencia social, pero también ha generado un exceso de información que puede resultar abrumador. Muchos jóvenes se sienten desbordados por la realidad y, en consecuencia, pueden adoptar una postura distante o "desapasionada" ante problemas que antes parecían inminentes.
La crítica principal hacia esta "generación de cristal" se ha centrado en su supuesta fragilidad emocional, reflejada en su sensibilidad hacia el lenguaje y las dinámicas sociales. Muchos jóvenes se esfuerzan por crear comunidades donde todos se sientan valorados y escuchados, evidenciando un fuerte sentido de justicia social e inclusión.
La paradoja de esta Generación Desapasionada radica en su capacidad para ser críticos y reflexivos sobre su entorno. Aunque puedan parecer distantes, muchos se involucran en causas que consideran importantes, desde el activismo climático hasta la lucha por la igualdad de género. La forma en que eligen manifestar su compromiso puede ser diferente a la de generaciones anteriores, pero no así menos válida. En última instancia, refleja un cambio en la forma en que las personas se relacionan con el mundo. La apatía aparente puede ser un mecanismo de defensa ante un entorno hostil, mientras que su sensibilidad puede ser vista como una oportunidad para promover diálogos más constructivos. Es fundamental que tanto los jóvenes como las generaciones anteriores se escuchen mutuamente para poder construir un futuro donde la pasión (que caracteriza a otras generaciones) y la empatía (que caracteriza a la generación actual) vayan de la mano. Claro que es posible.
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