sábado 06 de septiembre del 2025

¿La moda libera o nos encierra? El dilema estético de nuestro tiempo

La moda se celebra como un espacio de libertad, pero en realidad sigue cargando con símbolos impuestos: el vestido blanco como inocencia, el rosa como feminidad, la delgadez como canon. En un mundo que reclama autenticidad, surge una pregunta incómoda: ¿nos vestimos para el alma o seguimos obedeciendo al ojo social? Galería de fotosGalería de fotos

¿La moda libera o nos encierra? El dilema estético de nuestro tiempo
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La moda siempre se presentó como un campo de juego donde cada persona puede expresarse. Sin embargo, basta mirar los rituales sociales más comunes para notar que esa libertad está lejos de ser absoluta. Una novia casi nunca llega al altar con un vestido negro. Una quinceañera pocas veces rompe con el rosa o el pastel. Y los cuerpos que escapan de los moldes “aceptados” suelen quedar fuera de la pasarela y de las tendencias.

El dilema es claro: ¿la moda es una celebración de la diversidad o una prisión estética disfrazada de creatividad?

Las prendas no son inocentes. Hablan, representan, cargan siglos de tradiciones y mandatos invisibles. El vestido blanco no solo significa pureza: también señala qué se espera de una mujer en el momento de casarse. Lo mismo ocurre con las tallas, los colores y las formas: en cada costura hay un mandato cultural que condiciona cómo nos mostramos y cómo queremos ser vistas.

Pero en ese límite también nace la posibilidad de ruptura. Cada generación trae consigo un gesto disruptivo que cuestiona lo establecido. La moda alternativa, gótica, ritual o simbólica surge como respuesta a la repetición de moldes. Es allí donde aparecen propuestas que ya no buscan “agradar”, sino significar.

En Eclipse, por ejemplo, exploramos la idea de vestirse como un acto iniciático: prendas que no solo cubren, sino que acompañan procesos vitales. Un vestido ya no es solo un vestido, sino una declaración: de identidad, de poder, de libertad. Y esa libertad se construye no en contra de la belleza, sino en contra de la obediencia.

Quizás el verdadero desafío de la moda contemporánea sea éste: pasar de una estética de imposición a una estética de elección. Vestirse no para cumplir, sino para habitar el propio símbolo. No para encajar, sino para expandir.

Y así, cada atuendo puede dejar de ser una cárcel y convertirse en un ritual de autenticidad.

Instagram: @ritttsu_  @eclipse.by.ritsu

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