“Se trata de la idea ilusoria de que utilizando las técnicas adecuadas podremos evitar el dolor de las situaciones propias de una vida humana. La idea de que un grandioso sacrificio, promete el cielo al final suena bíblica y anticuada, ¿verdad?. Es posible, pero no por ello deja de estar vigente en muchas narrativas del área holística.
La idea de que ‘ser una persona consciente’ significa vivir en constante armonía con el entorno y que exige confirmarlo a través de actos trascendentales, es probable que haya sido una de las ideas más martirizantes de los últimos tiempos. El consumo continuo de libros y cursos para expandir la consciencia y evolucionar espiritualmente pudo haber inspirado a muchas personas a trabajar sobre sí mismas… mi pregunta es ¿a qué costo?
El ByPass Espiritual se origina en los mecanismos emocionales automatizados producto de situaciones dolorosas o traumáticas que a menudo tienen origen en la infancia. Hoy, muchos adultos con una clara afinidad con el mundo espiritual, reeditan un “sacrificio” infantil, negándose sistemáticamente al conflicto, o incluso tolerando comportamientos inadmisibles para el sentido común, avalados por reduccionismos propios del cliché espiritual. Recurrir a las herramientas espirituales para ‘soportar’, ‘tolerar’ o ‘sacrificarse’ en pos de la armonía tiene un costo altísimo a nivel del sistema nervioso, la mente y la salud física en general. Y opera como vía de escape.
Preguntas como ‘¿qué sentido tendría enojarme?’ ó ‘¿para qué voy a mencionarle eso que me molestó?’ suelen ser muy comunes en practicantes comprometidos con su espiritualidad. Y es justamente que registrando argumentos realistas para esas preguntas se encontrarían con un sentido más amplio de sí mismos. Sin embargo, se prefiere evitar esas situaciones, saltando directamente a una conclusión que trascienda cualquier posible conflicto: ‘Mejor callo y sigo adelante’, convencidos de que eso los hace más nobles.
El ByPass Espiritual no es efectivo: interrumpe la posibilidad de atravesar las situaciones de la vida con madurez y llegar a conclusiones propias, duelar lo que haga falta, sentir en todas las gamas, experimentar las relaciones con los pies en la tierra, sin negar nuestra falible humanidad”.
Natalia Ríos
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