En la actualidad, cada vez tenemos más pero nos sentimos más vacíos, buscamos afuera la satisfacción, la felicidad, la plenitud, sin saber en realidad que todo eso que buscamos fuera, está dentro nuestro.
Tratamos de llenar un vacío existencial con objetos, actividades, personas, sin percibir qué o a quién estamos buscando realmente.
Hay una insatisfacción generalizada, nada pareciera alcanzar: nuestro trabajo, nuestra pareja, nuestros hijos, lo que tenemos, nuestros amigos. Corremos en la rueda del hámster, sin lograr aquello que queremos.
Desde la mirada de las Constelaciones Familiares, hay un primer e indiscutible camino hacia sentirnos plenos con quienes somos y con lo que nos ofrece la vida, ese camino es nuestra madre. ¿Qué quiero decir con esto?
Quiero decir que para poder sentirnos plenos con nuestra vida, para poder tomar nuestra vida completamente, tomar nuestra pareja, la abundancia, ser prósperos económicamente, gozar de una buena salud física, necesitamos primero y ante todo tomar a nuestra madre.
Tomar a nuestra madre implica poder pararnos desde nuestro lugar adulto y así poder mirar a nuestra mamá como una persona totalmente común como cualquier otra persona. Poder mirarla con su destino, con sus dificultades, con sus carencias, con sus dolores, con sus lealtades, así también con todos sus aciertos, sus alegrías, sus habilidades, etc., es decir poder mirarla y tomarla completamente con todo lo que es y lo que fue, sin querer recortarle, quitarle o agregarle nada.
Poder reconocer que gracias a ella estamos vivos y somos quienes somos. Que nadie como ella dio tanto por nosotros. Desde el momento de la concepción puso en riesgo su salud física y mental para que nosotros lleguemos a la vida, y luego dio tantísimas cosas más. Nos alimentó, nos cuidó, se preocupó por nuestra salud, sólo por mencionar algunos ejemplos.
Abandonar el lugar niño y tomar el lugar adulto tiene que ver con reconocer lo que hubo, lo que no y dejar de reclamar, reprochar, esperar que algo sea diferente, y poder agradecer.
Una vez que podemos tomar con humildad nuestro lugar, ante ella, de ser sus hijos, dejamos de buscar, dejamos de exigirle a nuestra pareja, a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestro trabajo algo que no nos pueden ni deben darnos.
Estamos en paz con lo que somos y con lo que es. De esa manera llega la tan deseada plenitud. Porque somos 100% nuestra madre y 100% nuestro padre, si los rechazamos a ellos, nos rechazamos a nosotros y así también la vida.
“Honrar el pasado, sentir el presente, caminar libre hacia el futuro”
Paula Soler Alonge
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