Juana Urteaga estudió pastelería con Osvaldo Gross, pero lejos de quedarse en la gran ciudad, decidió volver a su lugar en el mundo: Conesa, un pequeño pueblo rural del norte bonaerense, pegadito a Rosario. En plena pandemia, convirtió su garage en un pequeño take away y comenzó a vender porciones de chocotorta.
Lo que empezó como un sueño casero hoy es una pastelería boutique artesanal con dos locales —en Conesa y Pergamino— y miles de seguidores que celebran su trabajo hecho con amor y dedicación.
Sobre el espíritu de su emprendimiento, Juana señala:
“No es simplemente un lugar de trabajo. Mi mamá y mi abuela atienden las mesas y están detrás del mostrador. La gente viene a merendar y percibe la buena energía y el ambiente familiar que hay detrás de todo esto”.
Lo cierto es que detrás del fenómeno hay algo más que talento y constancia: una cadena de amor y esfuerzo que atraviesa generaciones. Porque La Juana no existiría sin su mamá, Karina, ni sin su abuela, Emma, la nonna que trabajó desde muy chica y que transmite la idea de que el trabajo también puede ser un gesto de amor.
“Mi marca es un espacio donde siempre se va a destacar lo artesanal, pero con una mirada fresca, que a la vez te permite encontrar sabores que evocan recuerdos, como si siempre estuvieras volviendo a casa. Como una abuela que te dice ‘comete otro pedacito”, explica Juana.
Las primeras catadoras son siempre las mismas: su mamá y su abuela. Ellas prueban, opinan, ayudan. Son parte del día a día en la cocina, en la gestión y, sobre todo, en el corazón del proyecto.
“Mi mamá es lo más. Crió a cuatro hijos y sigue ayudando a cada uno a cumplir su sueño. Como toda mamá, a veces tiene temores cuando yo decido avanzar con algo, pero siempre me acompaña y me ayuda. Por ejemplo, al principio de todo, cuando yo amasaba en casa, ella aprendió a hacer chipá para darme una mano; después estuvo a la par mía con la apertura de mi primer local y cuando puse toda mi energía en la nueva pastelería de Pergamino, ella se puso al hombro, sola, todo el manejo de la pastelería de Conesa”, agrega la emprendedora.
El nuevo local de Pergamino explota cada fin de semana con un público que busca experiencias clásicas y modernas, de la mano de rolls de canela, cheesecake de pistacho, torta Red Velvet, pavlova, cremonas, budines y cookies.
En cada receta, en cada aroma que sale del horno, late una misma idea: que el trabajo, cuando se hace con amor, se transforma en una forma de cuidar y de unir.
IG: lajuanapastelería
Fotos: Créditos La Juana Pastelería

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