En diálogo con Héctor Maugeri, Eunice Castro vuelve sobre un tema que atravesó su vida mediática durante años. Esta vez, lo hace desde un lugar mas tranquilo, sin necesidad de justificar nada. “No. Los maridos no se sacan. Los maridos se van solos”. Lo dice con una claridad que no busca impacto, sino verdad. “Se van solos. Y tu marido se fue. Y eligió irse”. No hay enojo, no hay acusación: hay una comprensión madura de cómo funcionan los vínculos y sus finales.
A comienzos de los 2000, Eunice ya era una figura conocida en Uruguay. Modelo, actriz, conductora y formada desde muy joven como bailarina clásica, había construido una carrera sólida antes de cualquier titular. En 2001 se casó con Jorge Rama, empresario uruguayo vinculado al mundo del espectáculo, de la noche y de la producción de eventos culturales. Era un nombre familiar en Montevideo, con presencia activa en la vida social y artística. La relación entre ambos fue pública desde el inicio y, por eso mismo, también lo fue su separación.
Eunice Castro: decir la verdad sin dramatizar
“Me casé enamorada”, asegura Eunice, sin necesidad de adornar la frase. Estuvieron juntos cuatro años, compartieron proyectos, viajes y una vida que ella recuerda con respeto. “Y en ese momento estaba todo bien”. El final, como ocurre tantas veces, fue un giro íntimo que se volvió comentario público. No fue eso lo que dolió, sino la forma en que la historia fue contada desde afuera. Allí aparecieron los juicios apresurados sobre “culpas”, “robos” y terceros.
Eunice hoy lo aclara sin titubeos: “Las personas eligen. Nadie le roba nada a nadie”. Para ella, los vínculos no se rompen por la aparición de alguien, sino por decisiones internas entre quienes los integran. Por eso repite su frase con convicción tranquila: “Los maridos no se sacan. Los maridos se van solos”.
Eunice Castro y el valor del respeto
En la charla, Eunice también destaca algo que para ella fue fundamental: el trato recibido. Mira a Maugeri y lo dice con calidez: “Siempre te voy a agradecer porque de vos recibí respeto. Además del cariño, la admiración por mi trabajo. Eso es re importante”. El respeto, para ella, es una forma de cuidado. Una manera de reconocer al otro como persona y como artista, más allá del titular o la versión pública.
Hoy Eunice habla desde un lugar distinto. Más pleno, más consciente, más propio. Ya no necesita aclarar quién fue en esa historia. Lo que necesitaba decir ya lo dijo:
“Los maridos no se sacan. Los maridos se van solos”.
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