Desde hace un año, tras recibir el diagnóstico de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), Esteban Bullrich (52) trascendió cualquier grieta. El senador bonaerense se convirtió en un puente entre distintas fuerzas política y en un ejemplo de lucha. Junto a su mujer y pilar en esta y tantas otras batallas, María Eugenia Sequeiros, Bullrich se convirtió en un símbolo de esperanza que trascendió a la política.
“La Fe mueve montañas”, suele repetir Esteban, y sus palabras movilizaron a una multitud que lo acompañó a él y a otros enfermos de ELA y de otras patologías durante una emocionante peregrinación hacia la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús, en Salta, popularmente conocida como la Virgen del Cerro. La idea nació de un grupo de amigos y familiares de Bullrich y su esposa. Hubo dos etapas: la primera desde San Antonio, Jujuy, a Salta, en un colorido y emocionante recorrido de 100 kilómetros, con un reducido grupo de 24 familiares y amigos, entre quienes estaban sus dos hijas mayores, Lucy y Margarita, y los hermanos del senador, Emilio y María; la segunda etapa de 35 kilómetros fue abierta al público y se sumaron más familiares y amigos.
A ese último tramo se unieron los dos hijos varones de Esteban y su mujer, Agustín y Lucas, y la madre del legislador. El recorrido está inspirado en el camino de Santiago de Compostela, España. La aparición constante de la Virgen desde 1990 en Tres Cerritos, Salta capital, se convirtió en un santuario visitado por cientos de miles de peregrinos. La familia Bullrich es servidora de la Virgen, por esa razón eligieron este recorrido. “Recorrimos caminos muy lindos de montaña, más agrestes, lagos, verdes, campo, todo tipo de terreno, e íbamos rezando el rosario y cantando. Nos acompañó un sacerdote. Lo lindo era que cuando llegábamos a un parador, el recibimiento de la gente era impresionante. Inicialmente, Esteban fue parte del camino pero no pudo acompañarnos todo el trayecto. Había mucho cariño hacia su persona”, explica uno de los amigos de Esteban, Santiago de los Heros.
La ausencia de Bullrich en gran parte de la peregrinación no desalentó la marcha. La gran pregunta era si participaría de la llegada. Horas antes, hizo saber que no sería parte de la llegada al Santuario, pero ese fue el pie para la emoción mayor. Sin que nadie se lo esperara, salvo un puñado de cómplices, Bullrich apareció cinco minutos después de la llegada. “Fue una linda locura de Dios”, coincidieron todos, incluido Esteban. El abrazo con su esposa y sus hijos fue uno de los tantos que marcaron a fuego la experiencia espiritual. En todo momento, tanto su esposa como sus hijos iban rezando y cantando canciones litúrgicas. Lejos de un sentimiento de tristeza, lo que se vivió fue de una inmensa alegría.
En exclusiva para CARAS, el senador aceptó hablar del presente de su lucha y la de aquellos que lo aman.
—Cuando hizo pública su enfermedad fomentó un mensaje de misericordia y unión, ¿Ha cambiado su mirada respecto a la Grieta que existe en la política?
—Mi mirada es la misma de siempre, la Grieta existe si la enfatizamos. Está en nosotros, sobre todo en los políticos, fomentarla u olvidarla. La Grieta no existe si no se la ejerce, es momento de dejarla ir.
—Recientemente viajó a Estados Unidos a realizarse un tratamiento, ¿Cómo evoluciona su estado y como está anímicamente?
—Estoy en paz. La ELA tiene tratamientos muy poco efectivos, aunque hay investigación en fase experimental de algunos que podrían mejorar la calidad de vida de los enfermos de ELA.
—¿Cuán importante es su esposa en esta etapa tan desafiante?
—Mi mujer es una Santa, y no lo digo en el sentido metafórico.
—¿Qué país anhela?
—Un país en paz sostenida y que no se grite a sí mismo. Que tenga por norte el crecimiento, el trabajo y el bienestar de sus ciudadanos, pero animado por la armonía y el respeto irrestricto del que piensa distinto. No hay Argentina posible aplastando a los de enfrente, es juntos