El sol se oculta tras las sierras de Córdoba y sus últimos rayos color ocre le brindan un fondo perfecto a Iliana Calabró (52), quien posa elegantísima ante la cámara de CARAS. La actriz es una de las figuras de la obra “Locos por Luisa”, la propuesta producida por Dabope que se transformó en la comedia más taquillera, en una temporada que ya comienza a transitar su recta final.
Con la tranquilidad del lago San Roque de fondo, Iliana confesó que atraviesa una etapa muy especial en su vida, mucho más relajada, en la que a los problemas trata de tomarlos con más calma. Un decisión que, sin embargo, y molesta por la situación, no pudo mantener frente a los rumores que surgieron durante este verano y aseguraban que se había separado de su novio, Antonello Grandolfo (51).
“La verdad es que no sé de dónde salió ese rumor. Creo que fue porque están acostumbrados a vernos todo el día juntos. El decidió pasar las fiestas en Italia, junto a su mamá y a su familia de allá, entonces viajó con algunos de sus hijos. Se quedó bastante tiempo y calculo que se agarraron de ahí para comenzar a difundir que nos habíamos separado y nos molestó. Pero luego, desde Italia vino para acá y se quedó en Carlos Paz todo lo que pudo. La relación está muy bien entre nosotros y ésto fue solamente un rumor”, aclara Iliana.
—¿En cuánto le afectan la aparición de ese tipo de versiones?
—Estoy mucho más relajada; antes me enganchaba con lo malo y ahora todo eso lo dejo pasar. Pero creo que es más amplio el hecho de estar tranquila, y lo veo en varios aspectos, no sólo en no hacerme mala sangre por algunas cuestiones. Yo veo la diferencia con otras actrices muy jóvenes, que están todo el día con las redes, grabando “stories” y me veo en otra etapa. Lo que sí me planteo seguido es el hecho de trabajar tanto. Me parece que tendría que poner el freno de vez en cuando y ponerme a pensar un poco en mí. Aún debo remarla laboralmente a pesar de haber protagonizado éxitos durante tantos años. Hace bastante tiempo que no hago lo que me gusta; son muchos los compromisos en Carlos Paz y espero este año poner un poco el freno en mi vida laboral y poder tomarme vacaciones.
—¿Costó mucho ensamblar a sus respectivas familias con Antonello?
—Nos fuimos adaptando y principalmente lo hicimos con mucho amor. Tenemos horarios distintos y nos aceptamos. Creo que en el día a día lo más difícil fue el tema de los horarios. El, por su actividad, se levanta a las seis de la mañana y yo me acuesto a las cinco. Entonces a veces tenemos los tiempos cambiados, pero son eventualidades que no afectan al amor de la pareja, sino que son condimentos; de todas maneras, mis hijos están cada uno en diferentes partes del mundo y ellos ya están armando su vida.
—¿En qué lugares están?
—Tengo uno, Nicolás (25), que trabaja de bañero en Hawaii, y Stéfano (20), el más chico, está en Trancoso, Brasil, y ya tiene una novia brasileña. Además, Stéfano, como estudia turismo, en poco tiempo se va a Europa a trabajar.
—¿Es difícil tenerlos tan lejos?
—Muy difícil. No me acostumbro a tenerlos afuera y tampoco a tener el nido vacío. A pesar de que la tecnología nos permite comunicarnos todo el tiempo, es difícil no tenerlos cerca, no poder compartir una cena o tener una charla distendida mirándonos a los ojos. La mamá no se acostumbra nunca a la distancia, por más que ellos crezcan. Ellos comienzan a independizarse y uno piensa en qué los puede ayudar.