Como en la mayoría de las ficciones, esta historia tiene un final feliz. Pero a pesar de que el desarrollo de este relato parece digno de una película, todo lo que pasó en la vida de esta pareja sucedió en realidad.
Cuando Virgina Posse y Matías Figueroa decidieron tener un hijo no imaginaban que el destino (y Dios, como dicen ellos) les iban a poner en su camino a seis personitas. Pero así pasó y hoy, en un hogar donde había sólo tres camas, ahora hay nueve. Los platos, las toallas, las sábanas, se multiplicaron, como el amor.
Después de cinco años de matrimonio y algunos tratamientos de fertilidad, esta pareja cambió su rumbo y decidió adoptar. Como todos los que están en este proceso, se inscribieron en Registro Nacional de Aspirantes con fines de Adopción y esperaron. Esperaron que en algún lugar de Tucumán, ciudad donde viven, los llamen para decirle que ya habían encontrado a sus hijos.
“Al principio íbamos a adoptar dos de este grupo de hermanos. En el Juzgado nos dijeron que teníamos que garantizar que estos dos niños se sigan viendo con sus otros hermanos. Nosotros no sabíamos que tenían hermanos y eso nos detuvo”, contó Virgina en exclusiva para CARAS. “Ahí fue mi marido quien me dijo que no quería separar a los dos pequeños del resto de su familia. ‘O todos o ninguno’”, relató.
Según contó Virginia, la Jueza había dividido a los chicos (que vivían en el Hogar Eva Perón de Tucumán) en grupos para que puedan ser adoptados por distintas familias, pero resultaba difícil encontrar parejas que hayan solicitado chicos de diferentes edades. “Lo pensamos mucho y, aunque nos resultó difícil dilucidar cómo íbamos a resolver la situación, sabíamos que los seis iban a estar con nosotros”, contó.
Una vez que tomaron esta rotunda decisión, fueron con la jueza y le contaron que estaban dispuestos a tener a los seis hermanos dentro de su familia. “Ella fue realista y nos pidió que reflexionemos bien. Tenía miedo que no podamos llevar adelante esta decisión y que no les podamos garantizar un buen estilo de vida. Le hemos rogado para que nos de una oportunidad”, dijo Posse.
Ahora, pasó más de un año de que los seis varones (de los cuales se reserva su identidad) viven con ellos. Para eso, debieron agrandar la casa y dormir en el living por un tiempo. “Al principio me costó mucho. Los primeros seis meses fueron duros. Me dolía la cabeza todos los días. Hice tratamiento psicológico para poder enfrentar todo este gran cambio. Mi marido, en cambio, estaba feliz”, añadió.
Virgina tiene un hijo de 21 años y otro que falleció de leucemia cuando tenía apenas 4 años. “Después de pasar la enfermedad de mi hijo, pienso que no hay nada difícil. Sabía que podía darle a ellos una buena calidad de vida, una vida feliz”, reveló.
"Esto para nosotros fue un milagro. No estábamos buscando adoptar seis hijos. Dios nos los puso en nuestro camino. Ellos se dan cuenta de todo el esfuerzo que nosotros hacemos por ellos. Nuestro amor es incondicional", concluyó.






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