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ACTUALIDAD 19-04-2018 09:25

El dolor de Quique Sacco, tras el informe oficial sobre la muerte de Pérez Volpin

El periodista abrió su corazón, a días de conocerse la autopsia que confirman las causas de la muerte de su pareja. Galería de fotosGalería de fotos

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Lo que pasó con Débora Pérez Volpin no se puede creer. Fue hace un poco más de dos meses y todavía parece mentira. Y para colmo, faltaba el más efectivo de los “cicatrizantes emocionales”: saber qué pasó. Por eso, al miércoles 11 se lo llamó “El Día de la Verdad”. En el Salón Montevideo de la Legislatura Porteña, a las 15:30 horas comenzó la conferencia de prensa encabezada por Quique Sacco (55), pareja durante siete años de la ex conductora del noticiero “Arriba Argentinos” emitido por El Trece, y Legisladora de la Ciudad en el espacio de Martín Lousteau, llamado “Evolución”. A su lado, el doctor Diego Pirota, abogado de la familia, también sumó su presencia para ocuparse de los aspectos más técnicos.

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Débora había ingresado al Sanatorio de La Trinidad de Palermo el lunes 5 de febrero con un fuerte dolor abdominal. Luego de una serie de estudios, se le indicó una endoscopía digestiva alta para el día siguiente. La periodista pasó la noche del lunes internada en el sanatorio. El martes, a los pocos minutos de comenzada la endoscopía, Pérez Volpin se descompensó. Su nivel de oxígeno en sangre bajó abruptamente, se interrumpió el estudio y se iniciaron tareas de reanimación. Murió a las 18:15 horas.

“Nos sorprendió lo que ocurrió el 6 de febrero y cuando empezamos a pensar qué había pasado, dijimos que Agustín (20) y Luna (17) —hijos de la Legisladora porteña, fruto del matrimonio con Marcelo Funes, camarógrafo de El Trece—tenían que tener una respuesta. Toda nuestra familia tenía que tener una respuesta. No podíamos quedarnos con la resignación, que el tiempo pasara y algún día en una reunión familiar preguntarnos qué pasó, y no saber qué decir (…). La única respuesta que tuvimos fue la incertidumbre. Nadie nos sabía decir qué pasó (…). Sostengo y mantengo en nombre de la familia que no tenemos rencores, que no tenemos sed de venganza. Que sólo queremos la verdad, y acá la tenemos”, dijo el ex periodista deportivo de la cadena deportiva ESPN, entre tantos otros medios, y actual Gerente de Gestión Institucional de la Superliga de Fútbol Argentino.

Luego agradeció el respeto que tuvo la prensa con la tragedia, y especialmente “a ‘los remolones’ (como llamaba Débora a los televidentes a los que ayudaba a despertar desde su noticiero matutino) que siempre están presentes en las redes sociales y en cualquier lugar que puedan expresarse”, agregó.

Con lágrimas en los ojos, a punto de quebrarse, Sacco conservó la integridad que mantuvo también en el multitudinario velorio y entierro de su mujer. Porque, según expresó, conocer las conclusiones definitivas del informe pericial, “nos va a permitir a toda la familia abrazarnos y conseguir un poco de paz. A partir de ahora, será la Justicia a través de un nuevo juez quien tendrá la responsabilidad de dilucidar un montón de situaciones (…). Con esta verdad nosotros nos sentimos tranquilos, cumplimos lo que le dijimos, y tenemos la verdad. Ahora la que tiene que actuar es la Justicia”.

Lo que pasó con Débora no se puede creer. Es incomprensible, a pesar de las definiciones de los peritos. “Era una mujer sana que el domingo anterior había estado nadando. Nos reímos juntos el mismo día de la endoscopía y habíamos quedado en ir a cenar esa noche”, afirmó “Quique”, antes de destacar la importancia de los medios para que la investigación siguiera adelante.

“Creo que han logrado que un juez renuncie”, aseguró, aludiendo al Juez en lo Criminal y Correccional Gabriel Ghirlanda, que horas antes de que se conocieran los resultados del informe forense, presentó su dimisión al tribunal número 57, que subrogaba desde hacía alrededor de un año. En su lugar asumirá Carlos Bruniard, también como subrogante. “A partir de ahora pedimos justicia al nuevo juez, que tendrá la posibilidad de ver un montón de cosas. Le pedimos que tenga la inspiración, la personalidad, la sabiduría, la experiencia y el compromiso para resolver esto de acuerdo a lo que Débora hubiese querido (…). El informe es contundente, no fue muerte natural”, manifestó.

Débora tenía dolores abdominales, por eso asistió a La Trinidad, cuando ya tenía un turno programado para la endoscopia en otro centro asistencial en días posteriores. Nadie imaginaba que esa decisión la llevaría a la muerte. “La verdad es necesaria para que haya justicia y que esto no le ocurra a nadie más, para que se tomen los recaudos necesarios para que éste, que es un estudio que tiene un 0,04% de riesgo, no se transforme en riesgo de muerte”, agregó Quique.

La conferencia del “Día de la Verdad” siguió adelante precisamente con los detalles más técnicos y escabrosos de esa verdad. “Salieron a decir en una publicación periodística que Débora tenía una hepatitis importante y un cuadro abdominal complejo. Supuestamente, esto emana de la historia clínica de la paciente. Falso. Primero, violaron una norma penal al hablar de una historia clínica, que es un secreto profesional médico, como también lo tenemos los abogados o los sacerdotes—afirmó el letrado Diego Pirota—. Las causales de la muerte de Débora Pérez Volpin están en relación directa con una perforación instrumental del esófago toráxico con varotráuma que genera neumomediastino, neumotorax bilateral y neumoperitoneo. O sea que la muerte de Débora se produjo por una perforación instrumental del esófago, no tenía ni una úlcera ni una hepatitis importante (…). No se han detectado patologías preexistentes idóneas para producir o contribuir con la muerte”, añadió.

El abogado de la familia incriminó al endoscopista y la anestesista que le realizaron el estudio a Pérez Volpin. “Las lesiones del estómago son la consecuencia del varotrauma intragástrico, producto de las maniobras instrumentales endoscópicas, de las maniobras de reanimación cardiopulmonar o de su accionar en conjunto—afirmó el letrado antes de continuar enumerando detalles escalofriantes—. El último punto del informe, que nos exime de dar mayores explicaciones, dice que la muerte de Débora es una muerte violenta. No fue provocado por un paro cardíaco (…), ni ninguna afección distinta. Sino que fue una muerte violenta producto del accionar de los dos profesionales, cuanto menos, que intervinieron en el cuerpo de Débora (…). Durante todo este tiempo encontramos que la clínica fue un gran obstáculo. Primero, le mintieron a la familia diciendo que se trataba de incertidumbre, después sacaron un comunicado de prensa hablando de un paro cardíaco, algo de lo que mueren todas las personas. Luego, en la segunda mentira y sin ningún escrúpulo, dijeron que Débora tuvo hepatitis: más allá de ser falso violaron el secreto profesional (…). Queda claro que nadie quiso matar a Débora, pero queda claro también que tanto los médicos como la clínica tuvieron una responsabilidad que deberán afrontar”, aseguró el abogado.

Domingo 8, 12:20 horas. El cielo nublado y las lluvias intermitentes convierten al Cementerio de la Chacarita en un lugar aún más lúgubre. Quique Sacco cumple con su “ritual sanador” y llega caminando con un ramo de flores hasta el Panteón del Centro Asturiano, donde los restos de Débora descansan junto a los de su padre, Aurelio Pérez Flores (célebre médico que fue Director del Hospital Fernández) y a los de sus abuelos paternos. Resulta una paradoja increíble que la hija de una eminencia médica, que salvó tantas vidas, posiblemente haya muerto por una mala praxis. “Cuando empecé la facultad dudé entre Medicina y Comunicación. Creo que hubiera sido una buena médica”, le dijo Débora a CARAS en 2017, durante una entrevista exclusiva en la que le abrió por primera vez a un medio periodístico las puertas de su casa de Caballito, y en la que posó con Sacco y sus dos hijos. Fue durante su campaña como candidata a Legisladora, y su padre había fallecido hacía solo dos meses.

Quique se inclina ante la tumba, deposita las flores y lustra la placa con la foto de su gran amor, esa hermosísima imagen que él mismo eligió. Días antes, cuando se cumplían dos meses de la muerte de Débora, había escrito en las redes sociales: “Además del dolor y la tristeza, elijo los más lindos recuerdos del hermoso tiempo juntos, que nos dan fuerza y coraje para hacer todo por conocer la verdad”. También había hecho alusión a “The first, my last, my everything”, la canción de Barry White favorita de la pareja, cuya letra expresa: “Tu eres la primera, lo último, lo único. Tu eres la respuesta a todos mis sueños. Tu eres mi sol, mi luna, la estrella que me guía”.

La primera vez que Sacco escuchó los resultados de la autopsia, dijo: “Son tristes y duros y no tienen remedio, pero constituyen la verdad para que la Justicia empiece a actuar. Nos preguntamos cómo escuchamos esto y seguimos de pie, pero siempre es mejor saber qué es lo que pasó”.

“Quique” va al cementerio con cierta frecuencia, le hace bien. No sucede lo mismo con Agustín y Luna, ellos todavía no pueden enfrentarse a la tumba de su madre. Toda la familia intenta que la ausencia de Débora no los paralice. Programa actividades que hubieran realizado junto a ella, van a los mismos restaurantes, hacen las mismas salidas. Sienten que de esa manera la “recuerdan bien”. Agustín hizo un viaje a Europa que tenía programado poco tiempo después del fallecimiento. Eso lo ayudó a procesar el tema. Luna es más chica, y le busca la vuelta para superar tanto dolor. El primer fin de semana después del fallecimiento, Sacco pidió estar completamente solo. Necesitaba llorar y “rearmarse”.

Según su círculo de amigos más cercanos, el periodista deportivo después retomó su rutina de salir a correr entre cuarenta y cincuenta minutos, todos los días. También volvió a terapia y hace meditación. Comenta siempre que la familia y los chicos son el legado de Débora, y que estar unidos les da fortaleza para hacer el duelo.

Su círculo íntimo también afirma que Sacco tenía tres opciones: la primera era arrastrarse por el piso llorando desconsoladamente, deprimido; la segunda era enojarse con la vida; y la tercera era salir con la cabeza erguida a caminar el mundo, a hacer lo que sabe hacer, conteniendo a los chicos. Eligió la última opción, porque siente que Débora lo ilumina desde el Cielo, en cada decisión que toma.

Nadie puede creer lo que le pasó a Débora. Y “Quique” menos. En dos semanas tenían planeado viajar a Punta del Este. Estaban buscando una casa para irse a vivir todos juntos, en vez de alternar entre la vivienda de ella, en Caballito, y la de él, en Belgrano. Otro viaje que tenían pautado era con los chicos, a Santiago de Chile, el cual terminaron realizando Sacco, Luna y Agustín, en Semana Santa. Fue como si hubieran ido con Débora. Aprovecharon para hablar y seguir “digiriendo” la pérdida. Vivieron la ausencia con un concepto de reconstrucción. “Como hubieras querido vos, el equipo sigue la tradición”, escribió Agustín en Instagram, con una foto de los tres en el país trasandino.

La palabra “incertidumbre” cedió paso a la verdad. Ahora hay una respuesta de los peritos de cómo murió Pérez Volpin. Enrique Sacco; los chicos y su papá, Marcelo; Martita (la mamá de Débora, de ochenta años); la madre del periodista deportivo; todos los integrantes de la familia sufrieron la crudeza de tantos detalles, pero es mejor la verdad. Esa certeza que empieza a curar. A partir del informe científico, solo resta que la Justicia siga su curso natural. Pero con la convicción que ahora Débora empieza a descansar en paz.

por Fabián Cataldo

Ernesto Pagés

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