Mariana Antoniale, conocida como Loly, había consultado por fuertes cólicos abdominales, por lo que le debieron realizar una colecistectomía (extracción de la vesícula) en el Sanatorio Allende de la ciudad de Córdoba. La intervención había sido programada y hoy se encuentra en perfecto estado de salud.
Consultado por Caras Salud, el doctor Luis Pedro (M.N: 71130), médico cirujano y Coordinador de Cirugía de los Sanatorios Trinidades, indicó que la extirpación de la vesícula, también llamada colecistectomía, se indica generalmente cuando hay presencia de cálculos (litiasis), porque éstos pueden acarrear complicaciones en el futuro. Es por ello que el procedimiento, que en la actualidad se realiza por vía laparoscópica, se indica de manera preventiva.
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“Un escenario posible es que se clave el cálculo en la desembocadura de la vesícula y eso provoca una obstrucción e inflamación llamada colecistitis, una situación que es de urgencia. Otra complicación es que, cuando los cálculos son chicos y pasan a la vía biliar (que es el conducto principal), se puede generar un síndrome coledociano que remite a una obstrucción a nivel hígado y la persona adquiere una tonalidad amarilla, llamada ictericia, con orina oscura y materia fecal color masilla. La tercera, es cuando el cálculo obstruye el conducto pancreático del páncreas y se genera una pancreatitis”, situación más complicada, aclaró.
Para prevenir estas tres complicaciones y por las ventajas de un procedimiento mínimamente invasivo, es que se indica la colecistectomía siempre que existan cálculos biliares. “Hace unos años esta cirugía se hacía por vía convencional con incisiones más grandes y actualmente se hace por laparoscopía, con incisiones muy pequeñas, por donde se accede al abdomen mediante una cámara”, y se extrae la vesícula y los cálculos, pudiendo constatar por radiología que no quedan cálculos residuales en la vía biliar, observando una pantalla en alta definición y pudiendo visualizar claramente otros órganos abdominales, explicó el cirujano.
Agregó que este tipo de procedimientos tiene ventajas en comparación con la cirugía clásica porque las incisiones son más pequeñas, tienen menor índice de infección, de generación de hernias, menor dolor, siendo la recuperación y reinserción del paciente más rápida, ya sea a nivel social o laboral.
En cuanto a la duración del procedimiento, puede variar de acuerdo al estado de la vesícula que se va a extirpar. En los casos más simples puede llevar entre 30 y 50 minutos, mientras que en los más complicados, pueden extenderse hasta dos horas.
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“En las urgencias, en vez de sacar la vesícula de paredes normales y finas, se va a extirpar una con el doble o triple de su tamaño normal y con sus paredes inflamadas y engrosadas. Por ende, la intervención es más compleja y en ocasiones, se puede empezar el procedimiento por vía laparoscópica y terminarlo con cirugía tradicional, ya que no es lo mismo quitar una pequeña bolsa que un órgano del tamaño de una berenjena grande”, aclaró.
En cuando a los cuidados del paciente tras la intervención, sólo se limitan a una dieta limitada por un tiempo y a partir de entonces, se puede llevar una vida normal. “No hay mucha más repercusión tras el procedimiento quirúrgico, porque la vesícula no es un órgano con una función específica sino que es como un reservorio que junta bilis, una sustancia producida por el hígado y que actúa a nivel de depósito para que, cuando uno come un exceso de grasa, se contraiga y elimine más bilis para favorecer la digestión”, concluyó.