Venían navegando por aguas seguras, transparentes, sin riesgos a la vista más allá de los avatares cotidianos que atañen al quehacer de toda pareja estable y amalgamada. Una década de amor, desde aquel lejano 2006 cuando Nicole Neumann (36) y Fabián Cubero (38) dieron el golpe con un romance de alto impacto mediático, que repartió felicidad y le cumplió el sueño a la modelo de ser madre de tres hermosas nenas. Todo bajo control, hasta que una sucesión de episodios los alertó de que algo no funcionaba como debía. Y fueron ellos mismos, sin esconderse nada, los que desnudaron grietas que plantearon un interrogante impensado para quienes siguen sus pasos: ¿Era tal la crisis para imaginar una posible ruptura entre Nicole y el futbolista?
Los buceadores de rumores aseguraban incluso que Cubero ya no dormía en el hogar conyugal, una versión que ambos desmienten por completo. Con la misma claridad y autenticidad, “Niki” desglosa los orígenes y las causas de lo que fue, según sus palabras, la “primer crisis importante” de la pareja en diez años de relación: “Somos una pareja como cualquiera, que tiene sus altibajos, y que de golpe nos costó encontrar nuestros momentos. Yo tuve un año muy intenso, sobre todo en los últimos cinco meses. La exposición del “Bailando”, los ensayos que terminaban a las tres o cuatro de la mañana, el estrés por la mudanza y la apertura del nuevo local de ropa, el programa de entrevistas en FWTV... Y aparte de eso, criar tres hijas que tienen sus actividades, sus cumpleaños, el colegio. Se juntó un batallón de cosas tremendo, uno se pasa de revoluciones, terminás haciendo 1500 cosas a la vez y aparecen las grietas. Y si le sumamos que Fabían tuvo un año complicado en Velez, quieras o no uno va trayendo sus emociones, sus frustraciones... Y cuando los dos están saturados, todo se complica. Nadie puede contener a nadie, cada uno está inmerso en su bardo y se hace difícil conectar. Igual, hasta por un lado me parece sano haber tenido nuestra primera crisis grande en diez años”.
Sin haber escuchado los argumentos de su mujer, “Poroto” coincide a grandes rasgos en el diagnóstico: “Son cosas que pasan, se nos juntó la mucha exposición de ella con el “Bailando” y la organización de la familia, los tiempos se hicieron difíciles y prácticamente no teníamos contacto. Entre los ensayos y el programa a la noche yo tenía que estar permanentemente con las nenas. Siempre lo estoy, pero se acentuó más porque ellas no tenían la presencia de la madre, y yo tenía que cubrir ese espacio. Y como para mí deportivamente el año no fue bueno, la cabeza no está de la mejor forma y hay menos tolerancia”, esgrimió el emblemático capitán de Velez, quien en marzo próximo se sentará a hablar con los dirigentes para ver si sigue un año más.
—Nicole: ¿Hubo puntos de vista encontrados, diferencias?
—No, eso no, sino dificultad de encontrar el tiempo para nosotros, de llegar cansados y, con las chiquitas de por medio, que se te complique sentarte a hablar. Porque una se golpeó, la otra está encaprichada y la otra pide una cosa o la otra...
—¿Sintió que la crisis podía llegar a ser terminal?
—No, creo que no. Es difícil, uno nunca sabe como manejarse en estos casos. Pero bueno, lo último que querés suponer es el peor de los desenlaces. Es un momento que hay que pasar, dejarlo fluir, son situaciones inevitables de la vida, no todo es color de rosa. Calculo que todas las parejas a largo plazo han pasado por algo así. Es mucho tiempo diez años, y acá estamos: hubo una crisis y la estamos remando. Estas vacaciones nos vinieron bárbaro, acá desconectás de los bardos del año y tratamos de volver a concectar, pasarla bien, disfrutar y no pensar en cosas laborales ni nada por el estilo.
El último día del 2016 amanece soleado y caluroso en Punta del Este. Una jornada ideal para la playa, que Nicole comienza desayunando con Fabián y sus hijas en el resort “Enjoy Punta del Este”, el nuevo nombre que de ahora en más adoptará el Conrad. Los cinco bajan a la playa Ovo, del mismo hotel, y se encuentran con la familia de Geraldine Conti (33), la hermana de Nicole, con quien la blonda recuperó la relación después de frecuentes distanciamientos: “Es verdad, volvimos a veranear juntas, como en la infancia. Venimos de pasar la Navidad todos juntos en casa, y estamos compartiendo mucho tiempo. Los primos se llevan bárbaro, se adoran, y todo esto te une aún más. Por suerte, en estas dos últimas semanas del año es como que todo se armonizó”.
—Recurrió a la terapia, individualmente o en pareja, cuando empezaron los roces con Fabián?
—En pareja lo intentamos, pero no llegamos a muchas sesiones porque era imposible embocar los tiempos de los dos y de la terapeuta. Habremos ido dos o tres veces, pero yo sí retomé con mi terapeuta de toda la vida. Me re ayudó, y también recurrí a un chico que te cura energéticamente, te limpia y te centra. Traté de atacar el problema por todos los flancos.
—Y a sus hijas, ¿cómo las protegieron?
—No somos una pareja de discutir, de pelearnos. De hecho, nuestras hijas jamás se han enterado de una pelea. Son temas que se hablan a puertas cerradas y a un nivel de volumen que las chicas no registran. Con Fabián siempre decimos que lo que más tenemos que cuidar es la integridad de ellas, garantizarles el buen trato y enseñarles que las cosas se hablan y se dialogan.
—Descríbanos un rasgo distintivo de cada una...
—Allegra (6), la del medio, entiende todo, es un avión. Tiene toda la parte comprensiva muy mía, como preocuparse por los demás, y a la vez es desfachatada y extrovetida como Fabián. Creo que es una mezcla exacta de los dos, es muy graciosa. Siena (2), la más chiquita, es un torpedo como el padre, es Fabián en aspecto y personalidad. La más grande, Indiana (8), es un calco mio, antes de abrirse a la gente te analiza, y recién lo hace si se siente segura.
—Si algo le faltaba al 2016 fue el revival de un conflicto de larga data con “Pampita” Ardohain (38) ¿En que términos quedó esa relación?
—A mi misma me sorprendió todo lo que pasó. Jamás me imaginé que ella iba a salir con los botines de punta, pensé que iba a mantener una postura más callada. De mi parte terminó todo bien, no tengo nada contra ella, y no tendría problemas en juntarnos a tomar un café o hacer una tapa de revista juntas. Y más allá de que la cena con nuestras parejas no se concretó, me voy feliz con la buena onda del último programa, saludándonos y diciéndonos cosas lindas.
—Entonces: habemus crisis, pero no separación...
—El amor no se perdió, y nunca barajamos llegar a ese extremo. En el 2016 me pasó de todo, por momentos me vi desbordada, pero por suerte tuvo un muy buen cierre. Ahora me vuelvo a Buenos Aires más temprano que nunca, porque mi papá esta de vuelta de visita y Fabián comienza la pretemporada con Velez. Me sentaré a organizar el 2017, las vacaciones me ayudaron a “bajar” y así es mejor tomar las decisiones correctas.
por Carlos Cervetto
(desde Punta del Este)
FOTOS: F.DE BARTOLO/PERFIL