Pocos metros y un nutrido grupo de personal de seguridad separan sus camarines. Mientras la anfitriona termina de producirse, él vocaliza junto a sus músicos ante la orgullosa mirada de su padre, Luis Fernando Londoño, después de un almuerzo con degustación de carne argentina. “¡Volvería más seguido si la agenda me lo permitiese! Es muy bonito cómo me reciben. ¡Aquí son todas hermosas! También me encantan porque son fogosas y como se dice en mi Colombia querida: ´¡Prefiero atajar que empujar con las mujeres’!”, aclara Maluma (23) y se roba la primera sonrisa de Susana Giménez en los pasillos de los Estudios Ronda de Telefé, en Martínez.
“Estoy feliz de volver a visitar a la estrella y diva máxima de la televisión argentina. Me identifico con su energía positiva, soy acuariano y pasional como ella”, agrega exhibiendo una vez más su perfil de seductor nato. “¡Maluma es una cosa de locos, dirían los gallegos! Es tierno, tiene una sonrisa muy linda y simpática. ¡Me da ternura, me gusta!”, le retribuye la reciente Ciudadana Ilustre nombrada por el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires mientras juegan ante la lente del fotógrafo de CARAS, Federico de Bártolo.
Faltaban pocas horas para el primero de sus dos show sold out en el Hipódromo de Palermo, que cerró la gira #MALUMAWORLDTOUR en el país tras arrasar en Córdoba, Rosario, Tucumán, Santa Fe y Salta, pero el artista ignora todo cansancio. Con más de 50 millones de seguidores en redes sociales —29, 7 en Instagram, 23, 6 en Facebook y 5 en Twitter—, más de 4 billones de visualizaciones en su canal oficial de YouTube/VEVO y 7 nominaciones en los Latin Billboard, el cantante ya trabaja en los detalles del lanzamiento en 2018 de su tercer álbum F.A.M.E. (Fe, Alma, Música, Esencia). Y, mientras es el máximo candidato a hacer el tema oficial del Mundial de Rusia 2018, asevera que su presente no es más que la cosecha de su siembra:“Con mucho trabajo, constancia y amor por lo que uno hace, los sueños se cumplen. Me honra ser la prueba de ello”.
Algunos dicen que a pesar de su corta edad, Juan Luis Londoño —su verdadero nombre — es un alma vieja. Frente al divismo que su repercusión mundial le justificaría, el cantautor se mueve con templanza. Cuando los rankings lo siguen colocando como el rey del “pop urbano” y dentro de los diez hombres más sexies del planeta, lo agradece pero con pudor. De chico, cuando sobresalía como volante ofensivo en las inferiores de Atlético Nacional de Medellín, aprendió la disciplina y perseverancia con las que hoy expande su profesión.
“Quería ser futbolista profesional, jugué durante 8 años hasta que mi pasión por cantar fue más fuerte. Hoy vivo prácticamente en un avión. Si bien tengo mis cosas en Colombia y Miami, mi vida gira en torno a los tours. Voy a mi casa sólo una semana, le llevo la ropa para lavar a mi mamá y luego me voy. Por más mínimo que sea ese tiempo en mi país, lo necesito para recargar energías”, cuenta el artista que cada vez que regresa a su tierra trata de hacer una rutina normal. “Yo vivo en una montaña y me gusta salir a trotar y andar en bicicleta solo. También amo el motocross y jugar ping-pong. El ejercicio es una de mis terapias. Entreno todos los días. Dejo el celular y durante ese lapso me aíslo de cualquier comunicación. Una de las cosas que más paz me da es conectar con la naturaleza acompañado por mis perros y caballos. Soy animalista ciento por ciento”, expresa.
La vida de la estrella millennial está abrazada por el cariño mundial pero sabe que en pocos lugares encuentra mayor incondicionalidad que en los ojos de sus dos perros siberianos albinos, Bonnie y Clyde, y de su caballo Hércules. Cuando camina las calles que de niño le enseñaron el valor de la amistad y los códigos dentro de una cancha, Juan es “Juancho”. Se olvida de Maluma, ese apodo artístico que eligió luego de combinar las dos primeras letras del nombre de su madre Marlli, su padre Luis Alfonso y su hermana Manuela. “El día que conocí a Hércules tuve una conexión inmediata. Quedé impactado, me pasó lo mismo que sentí con Bonnie y Clyde, a quienes nombré así porque son dos bandidos. Me roban la ropa, los zapatos y hasta la pintura de las paredes, pero no puedo retarlos: mi amor por ellos es más fuerte. Junto a mis afectos son mi motivación”, manifiesta el cantautor ante la cómplice mirada de la diva. Ella lo escucha y asiente con la cabeza. Es la misma sensación que vivencia cada semana cuando, sola o acompañada por su hija Mercedes Sarrabayrouse o Lucía y Manuel Celasco, visita a sus entrañables weimaraner gris, Thelma y Kiko en su casa de Punta del Este. “Sólo en La Mary encuentro la paz interior que necesito para seguir adelante. Allí me esperan mis animales, los peces y las plantas que personalmente cuido. Amo la naturaleza, estar en contacto con la tierra, el silencio. Adoro leer un libro rodeada de mis perros, alejada de mis compromisos profesionales y sin estar pendiente del pelo y maquillaje. Así, libre”, comentó Susana.
Ambos conocen mejor que nadie la importancia que tiene para el artista ese espacio de introspección y desconexión absoluta de las adulaciones enceguecedoras. “En esos momentos de soledad compongo mis mejores letras. Desde chico fui un romántico empedernido. Cuando mis compañeros de colegio se peleaban con sus chicas, mi objetivo era escribirles cartas de amor en nombre de ellos para que se amigaran. Me encantaría ser padre joven para poder crecer junto a mis hijos, pero primero tengo que encontrar a la mamá de ellos. Mi mujer ideal no debe ser hermosa, sólo me tiene que querer y apoyar en épocas buenas y malas. Quiero una parcerita real que me ayude a superarme a nivel mental y sentimental”, ratificó él ante el clamor de sus seguidoras desde la tribuna del programa. “Es difícil estar en pareja. Pero estoy muy tranquilo y feliz. Me encanta conocer personas que sumen y multipliquen mi vida”, le respondió Maluma a Susana ante la pregunta de si estaba de novio cuando se lo relaciona con la bailarina Natalia Barulích que participó de su videoclip “Felices los 4”.
Su pensamiento y accionar tienen la sapiencia de un artista experimentado y bien contenido por su entorno. “Uno debe estar psicológicamente preparado para todo. Si el día de mañana mi disco no tiene éxito, es por alguna razón. A veces el motivo puede ser para compartir más tiempo con la familia o vivir cosas que no estabas viviendo. Yo trato de crecer de una canción a otra para que ese margen de error sea cada vez más chico, pero uno nunca sabe qué puede pasar. Afortunadamente”, sostiene quien ha llegado a dormir dos horas por día en pleno proceso de producción discográfica para no perder tiempo. Tenía quince años cuando compuso una de sus primeras canciones, que grabó en un estudio como regalo de su tío por su cumpleaños número 16. Al reconocer su potencial, inmediatamente un grupo de productores le ofreció grabar un disco. Así lanzó “Magia”, catapultándolo a la fama con temas como “Farandulera” y “Obsesión”. Con su segundo álbum, “Pretty Boy, Dirty Boy” extendió su reconocimiento con los hits “Borró casette” y “Sin contrato”. Y en 2015 produjo The Mixtape, donde cantó con otros artistas y el éxito del tema “La Temperatura” junto al compositor Eli Palacios consolidó su estatus de luminaria. Incluso, su talento y “pop urbano” —variante y estilo que dice haber creado— sedujeron a estrellas como Ricky Martin, Shakira y Carlos Vives para participar en los sucesos “Vente Pa´Ca”, “Chantaje” y “La Bicicleta”.
Un exitoso repertorio que el cantante recorrió con sobrado carisma y manejo del escenario en sus presentaciones en el país, donde él mismo elige el vestuario. “Siempre fui un fanático de la ropa. Desde mi estilo moderno y cómodo, lancé en 2015 mi marca. Ahora tengo un proyecto muy importante para el año que viene. Reemplazaré lo de la ropa por el merchandising oficial de mi gira musical de 2018. Estoy muy metido en esos diseños, me encantaría llevarlos a Europa y todo el mundo”, auguró el multifacético artista que se define como religioso y budista. “Mi tía es profesora de yoga y cuando estoy en Miami, medito con ella. Eso me fortalece espiritualmente y permite elegir mejor mis vínculos”.
Es tan fuerte la identificación de Maluma con la filosofía del Buda que la registró en su piel. “Todos mis tatuajes significan algo de acuerdo a mis distintas etapas. Me tatué la palabra ‘magia’ porque así se llamó mi primer disco. El león representa la fuerza y tengo en el cuello el nombre de mi primo, Polo. Me hice un Buda tibetano porque me gusta la meditación y una flor de loto ya que es la única que nace en los pantanos. También tengo una pagoda, que es el templo que construyen algunos pueblos orientales en honor de sus divinidades, y un búho, como símbolo de protección y sabiduría. A su vez, me hice una corona porque dicen que cuando a los reyes se la dan es por el respeto y cariño que le tiene el pueblo, y si el rey la acepta es porque ese sentimiento es mutuo”, afirmó quien donó el ciento por ciento de sus ganancias del Festival de Viña del Mar a los afectados por los incendios forestales en Chile.
“La fama es un arma de doble filo. Todo tiene un costo. La carrera me quitó personas, amigos, momentos. Pero me da una felicidad que no cambio por nada”, concluyó. Y mientras Maluma hablaba, inconscientemente Susana reconoció a un par. A esa persona que, sin buscarlo y aun pagando un precio muy alto, cuenta con el privilegio divino del clamor popular gracias a un ángel que no se adquiere en las academias.
por Naiara Vecchio
F.DEBARTOLO/PERFIL