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SALUD 06-11-2018 09:06

Bulimia y anorexia, los trastornos de alimentación con los que lidió Candelaria Tinelli

La hija de Marcelo Tinelli habló sobre su batalla contra estas patologías alimentarias que presentó entre los 15 y los 27 años. Galería de fotosGalería de fotos

Candelaria Tinelli eligió su cuenta de Instagram para confesar su batalla contra la bulimia y la anorexia, patologías alimentarias que presentó entre los 15 y los 27 años. En un mensaje para concientizar a adolescentes, mostró fotos en las que se la veía con 10 kilos menos, a la par que reveló que estuvo cinco años sin su período. Tras destacar que su familia la salvó, pidió: “Chicas, por favor, no caigan en esto”.

La bulimia se caracteriza por atracones y después recurrir a métodos para evitar el aumento de peso, como provocarse el vómito, ejercicio físico excesivo o períodos de ayuno. Mientras que en el caso de la anorexia nerviosa, quienes la padecen presentan una imagen corporal distorsionada y el miedo obsesivo por subir de peso, por ende optan por porciones muy pequeñas o buscan evitar la ingesta de alimentos.

Según explicitó a Caras Salud la psiquiatra Mabel Bello, fundadora de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), estos trastornos son las dos formas clínicas de la misma patología, la de la conducta alimentaria, y reveló que tienen entre un 5 y 15% de mortalidad.

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¿Pero cuando comienzan? De acuerdo con Bello, actual consultora médica de la entidad que fundó, “es difícil que arranquen después de los 19 años; la bulimia suele aparecer con el desarrollo a partir de los 11, 12 o 13, mientras que la anorexia nerviosa puede empezar más temprano, desde los 7 años”.

Las poblaciones en riesgo de presentar estas patologías “son las chicas perfeccionistas, generalmente abanderadas de escuela, que necesitan el aplauso de los demás para sentirse bien y, al percibirse incómodas con el cambio de cuerpo durante la adolescencia, pretenden volver a la niñez”, alertó. Otro grupo con mayor chance de sufrirlas “son las jóvenes a las que les cuesta estabilizar sus emociones y por ende, no pueden establecer vínculos perdurables”.

Más allá de la brusca pérdida de peso, existen múltiples secuelas que acarrean los trastornos alimentarios: los huesos se desmineralizan y pueden haber fracturas; la caída de cabello, la piel se vuelve muy seca; se pierde la regulación de la temperatura del cuerpo (las pacientes con anorexia siempre tienen frío) y se interrumpe la menstruación.

Además, “de acuerdo con la evolución de la patología aparecen vómitos y en consecuencia el sufrimiento del aparato digestivo; si toman diuréticos, se resienten los riñones y si se ingieren laxantes, el intestino, hasta llegar a tener complicaciones más severas”, relató Bello. A su vez, alertó que estas patologías severas “son muy difíciles de revertir por cuenta propia, porque tienen el carácter de las adicciones”.

Según estadísticas que ALUBA realiza todos los años en adolescentes en edad escolar, un promedio del 12% de las chicas sufren bulimia y anorexia, cifra que es del 4% en el caso de los varones. Y según explicitó la referente, “el 60% de los casos se da por el entorno social, por el mandato de la delgadez, por lo que se ve en las redes, mientras que en el 40% restante influyen causas genéticas”.

Por último, la psiquiatra remarcó que el tratamiento es multidisciplinario, pero con énfasis en el aspecto social. “La parte alimentaria, la de enseñar cómo comer, es más rápida de resolver y se se consigue en pocos meses, pero lo más difícil es resocializar a estos pacientes. Gran parte de nuestro tratamiento es la participación en actividades como teatro, baile, asambleas y trabajo conjunto con los padres y la comunidad, para enseñar qué factores complican la patología. El foco está en acompañar a la persona para que llegue a ser independiente, segura de sí misma, que tenga un proyecto de vida y que defienda sus derechos. Cuando conseguimos este objetivo, la enfermedad no vuelve”, concluyó.

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