Como en toda gesta heroica, el sufrimiento fue parte sustancial de la historia. Faltaba un minuto para que La Dolfina cristalice su hazaña de tres Triple Corona en forma consecutiva, y María Vázquez (41) no daba más de los nervios. Poseída por la circunstancia, se paró a escasos dos metros de la línea de gol con la única compañía de su amigo y manager, Ezequiel Ortiz. Para peor, el cuarteto de Adolfo Cambiaso (40) ganaba por apenas un gol, diferencia que defendía con garra y corazón en el arco de enfrente. María no quería ni mirar, mucho menos cuando Nicolás Pieres (24) estuvo a punto de empatar y forzar el suplementario. Pero nada de eso pasó. Cuando los de azul y blanco recuperaron la bocha y la depositaron lejos en terreno rival, el reloj se consumía. Ahora sí, la realidad consagraba a La Dolfina entre los mejores equipos de la historia, el único en ganar tres Triple Corona seguidas y ostentando un invicto en torneos oficiales de 33 partidos. María se volvió al palenque para recibir a su héroe, que montando a su yegua preferida, “Cuartetera”, ingresó extasiado y casi que revoleando su tacó al aire. “Ya como deportista no puedo pedir más, voy a tener que buscar nuevas motivaciones para ver que hago. No es fácil cuando ganás y ganás. A los 40 años jugar contra personas diez años menores y que te elijan como el mejor jugador de la final no es fácil. Significa sacarle tiempo a tu familia”, dijo, y enseguida se acordó de su mujer y verdadero sostén: “María fue mi otra pierna, mi psicólogo, en los últimos años fue la que se bancó un montón de cosas. Se hizo fanática de mi carrera y tengo que agradecerle”.
Las palabras de “Adolfito” reflejaron la tranquilidad del deber cumplido. Porque si bien todavía no pasa por su cabeza largar todo, los próximos pasos serán con seguridad menos adrenalínicos. “Voy a tomarme mi tiempo, voy a descansar del físico, voy a pensar y voy a ver qué voy a hacer”, conjeturaba el deportista. Mientras lo esperaba en el estacionamiento del campo Argentino de Polo ya entrada la tarde-noche, María Vázquez también evaluaba el futuro de su marido: “Vamos a intentar que sea más relajado, supongo que a partir de hoy vamos a hablar de todo eso. Por empezar, que baje un poco la adrenalina, que caiga en lo que hizo, y después ver como tiene ganas de seguir. ‘Adolfito’ cada vez que se presenta en una cancha tiene ganas de ganar, y habrá que ver cuanto más quiere estar en Palermo en esa siutuación. En lo inmediato seguiremos yendo a Palm Beach y a Inglaterra en el 2016”, señaló la Primera Dama del polo, vestida con un diseño de El Camarín y sin descuidarse de lo que hacían sus hijos. “Mía y Poroto ya compiten, y Myla también está aprendiendo”, reconoció María, quien en la semana alentó a sus herederos durante la disputa de la VII Copa Diamantitos, que volvió a reunir a grandes y chicos en el el predio de La Dolfina Polo Club.
Como en toda final de Palermo, la del 122° Campeonato Argentino Abierto de Polo tuvo acción dentro y fuera del rectángulo de juego. Los fanáticos del polo se confundían con los VIPs en el ida y vuelta de la calle central, a cuyos lados los sponsors montan sus espacios. En el bar-tribuna de Stella Artois coincidieron sin saberlo Isabel Macedo, su ex pareja, el polista Martín Tassara, y el reaparecido Martín Barrantes. Macedo y Barrantes tampoco sabían que Carolina Ardohain estaba a escasos 50 metros de ellos, en el bar Chandon, adonde llegó con su mejor aliada de estos tiempos de crisis conyugal, “Barbie” Simons. “Pampita” volvió a pasearse con la mejor de sus sonrisas, y en ese momento, a las cinco de la tarde del sábado, nadie sabía lo que había acontencido la noche anterior en el Motor Home de la película “El hilo rojo”. En el mismo bar de Chandon se refugiaron Mariana y “Fran” Stoessel, el embajador de los Estados Unidos, Noah Mamet, Iván de Pineda, Horacio Rodríguez Larreta con la hija de su mujer, Manuela, y Diego Santilli con Analía Maiorana. El pub de ALPI fue otro recinto ideal para hacer la pausa, y por allí desfilaron Ignacio Figueras con Delfina Blaquier, el Puma Juan Martín Hernández y Marou Rivero, la hermana de “Calu”. En un momento corrió el rumor de que llegaría el presidente Mauricio Macri (56) para entregarle la copa al ganador, pero finalmente no sucedió.
Inevitable en una final tan disputada, los palenques sintetizaron al cierre la euforia y la decepción. En el de Ellerstina nadie podía sacarle la bronca a Facundo Pieres (29), el más consternado por la derrota. En el de Dolfina todos se abrazaban con todos, y entre algunas caras conocidas como las de Juan Mónaco, David Nalbandian y Ernesto Gutiérrez se escondían otras de menos perfil, pero de importante peso en la carrera de Cambiaso. Entre ellos, el magnate norteamericano Bob Jornayvaz, su patrón en la temporada norteamericana con “Valiente”, y el jeque saudí Alí Saeed Juma Albwardy, dueño del hotel Four Seasons Buenos Aires. La fiesta azul y blanca siguió en el campo de Pablo MacDonough (33) en Pilar, La Irenita, sede de un festejo que por prinera vez sustituye a las clásicas fiestas en el local palermitano de La Dolfina. Asado, choripanes, música y buena onda envolvieron a invitados y jugadores, quienes recibieron a pura euforia con la música de “We are the Champions”.