Después de largas disputas con su ex, Madonna aceptó que su hijo Rocco Ritchie, de quince años, se quedara a vivir con su padre —el cineasta Guy Ritchie— en Londres. Sin embargo, muy preocupada por la educación del adolescente, decidió tomarse un avión y desembarcar en la capital inglesa para supervisar, personalmente, el colegio al que concurre. Para sorpresa de todo el plantel de profesores, Madonna se apareció en la institución educativa enfundada en una pollera tubo hasta debajo de la rodilla, con camisa, gran moño, stilettos y bolso, al mejor estilo “Teachers College”. Y después de saludarse “como dos viejas amigas” con la perpleja directora, juntas recorrieron las diferentes aulas de la escuela informándose sobre todas las disciplinas que allí dictan los profesores.
“Mi madre es una obsesiva”, repitió Rocco no muy conforme con la presencia de su madre en su colegio.