Todavía siente en su cuerpo el efecto del “jet lag”, producto del viaje desde Madrid. Sin embargo y a pesar del desorden horario, Gerónimo Rauch se muestra entusiasmado por contar su nueva apuesta artística, para lo que viajó especialmente a la Argentina.
Ya pasaron muchos años desde que la vorágine de la que formó parte, al ser uno de los integrantes del grupo “Mambrú”, la exitosa banda de música pop que fue furor en 2002, lo colocó en el podio de los galanes más codiciados. Muy lejos de renegar de la fama explosiva reconoce que esa exposición le cambió rotundamente la vida y que, como adolescente que era, vivió ese momento como “el sueño del pibe” en donde era protagonista de una fantasía que lo puso en un entorno que lo hacía sentir indispensable y se satisfacía con la lluvia de elogios y con las miles de fanáticas que lo seguían a todas partes y compraban los discos de la banda. Pero supo tomar distancia a tiempo y recuerda aquella época como una etapa maravillosa en la que adquirió un gran crecimiento porque su objetivo era otro. “Prefiero el reconocimiento a la fama”, asegura y continúa “por eso fui en busca de otros rumbos donde pudiera realizarme”.
Su objetivo artístico ya lo había comenzado a experimentar cuando, en el año 2000, hizo su primera y mínima participación actoral en “Los Miserables”, tras una convocatoria de un aviso clasificado donde fue elegido entre 4.000 postulantes. Luego de eso hizo “Grease” junto a Marisol Otero y Florencia Peña en el Astral. Recién después llegó el tsunami “Mambrú”.
Gerónimo sintió que una vez que terminó eso, tenía las puertas cerradas y pasó dos años sin trabajar, dado que la exposición y la marca eran tan fuertes que no se podían correr de ese lugar. Fue así como se convenció de que irse del país era lo único posible. Armó su valija con un mate, el teclado, la guitarra y muchos sueños, y se fue a España donde audicionó para protagonizar “Jesucristo Superstar” y quedó. A partir de ese momento se fueron sucediendo los éxitos –interpretó a Jean Valjean en la versión madrileña de “Los Miserables” (2010)– y llegó el momento de viajar a Londres y protagonizar “El Fantasma de la Opera”. Y así se fueron los años y las mudanzas, y en España encontró el amor y allí sintió que tenía que “tirar anclas” para desarrollar el proyecto familiar “Hace 8 años que me fui y 6 que estoy casado con Alexia y tenemos un hijo, Gael (4), y a pesar de estar instaladísimo en Madrid sigo siendo cien por ciento argentino. Desde que me fui sólo vine hace dos años para hacer “Entre Miserables y Fantasmas”, un recorrido de toda mi carrera, y ahora regresé para realizar en la Argentina y México, el lanzamiento de mi disco “Here, There And Everywhere”, un homenaje a los Beatles y un material fascinante en el que se priorizó la calidad musical en cada detalle. Gracias a eso se logró un resultado de excelencia que voy a presentar en el “Teatro Maipo”, en diciembre”, cuenta. Y sin perder su entusiasmo continúa: “No los imito ni los copio. Interpreto a mi forma con toques teatrales y es mi versión de ellos. Es como que cuento las historias en pequeñas escenas”. Apasionado de su trabajo, Gerónimo detalla su nuevo desafío.“Soy fana de los Beatles y tengo presente el recuerdo de mi papá cantándome los temas. Yo crecí escuchando sus canciones así que no las tuve que aprender porque ya las sabía”.
Como muchos de los que se van, Gerónimo extraña horrores muchas de las cosas de su país. “Por suerte la tecnología acorta distancias y las comunicaciones son más fluidas, pero igualmente es duro no poder acompañar a la familia en algunos momentos y se extrañan mucho los típicos rituales argentinos del asado, el mate, y el estar todos alrededor de la mesa durante horas”, cuenta con nostalgia. “Es una herida con la que aprendés a convivir y se te hace cayo. Pero no me arrepiento porque gané mucho; no me puedo quejar de la vida que fui armando y de todo lo lindo que estoy viviendo en Europa. Tuve un suceso de oportunidades de crecimiento y la posibilidad de estar junto a grandes personalidades”, se enorgullece.
Rauch no oculta la felicidad que siente ante los logros que fue obteniendo durante todos estos años y los detalla como si fueran piezas de encastre que encajan a la perfección. “Siento que logro objetivos y mis sueños se van elevando cada día más. Las cosas se suceden lentamente y en un futuro me gustaría ayudar a alguna persona a realizar su sueño como actualmente lo está haciendo conmigo mi profesor de canto, porque siente que su misión es transmitir el conocimiento y es una forma de devolver a la vida lo que la vida le dio. Eso para mí es sinónimo de éxito. Pero por ahora, yo estoy cumpliendo el mío”, cuenta reflexivo.
El hombre que ya transitó escenarios de Europa y América no se marea con el vértigo ni la fama a la que tuvo siempre como aliada. Reflexivo, intenta definir a ese niño que transcurrió su infancia en el porteño barrio de Palermo, jugando con sus hermanos y andando en bicicleta por el parque: “Agradezco a la vida el lugar que me dio porque soy un soñador, un delirante que siempre tiene metas y desafíos nuevos y que lucha para lograrlos. La vida es corta y yo sigo mis sueños”.
por Leticia Pomo
Fotos: Gentileza Sony Music.