La primera reacción de la Familia Real la protagonizó el príncipe William (38), heredero del trono del Reino Unido.
Se refirió a lo que todos deseaban que alguien del entorno íntimo lo hiciera: las reveladoras declaraciones de su hermano Harry (36) y su cuñada Meghan Markle (39), quienes acusaron a miembros de la Casa Real británica de haber realizado pronunciamientos racistas contra su hijo Archie (1).
Contundente y sintético, el hijo mayor de Carlos y Lady Di, dijo: “No somos una familia racista”. Y claro, fue de lo primero que se defendió, ya que esa fue la acusación más fuerte de los duques de Sussex que desde hace un año están radicados en Los Angeles (EE.UU).
Específicamente, la ex actriz estadounidense había revelado en la entrevista concedida a Oprah Winfrey que durante su embarazo… “Hubo(…) preocupaciones y conversaciones sobre lo oscura que podría ser su piel cuando naciera”.
Y Harry agregó que dicha conversación había girado en torno a “qué aspecto iban a tener los hijos” de él con Meghan, que es mestiza y con raíces afroamericanas.
En una visita que hizo junto a Kate Middleton (39) a un colegio en el este de Londres, luego de su reapertura tras las restricciones de la pandemia, William no se sorprendió cuando los periodistas le consultaron sobre la polémica entrevista que dio su hermano, y expresó que todavía no se había reunido con él tras ese episodio.
“No he hablado con él, pero lo haré”, comunicó el príncipe, a lo que muchos suponen que se refirió al encuentro que mantendrá con Harry el 1 de julio, cuando se descubra una estatua en honor a su madre, Lady Di, fecha en que hubiera cumplido sesenta años.