Aunque según la lista de Forbes su fortuna se calcula en 40 millones de dólares también advirtió que a esa cifra había que sumarle los 100 millones en premios que ha recibido a lo largo de su carrera el exitoso Rafa Nadal (35). Números más o números menos, el tenista ha sabido darse todos los gustos con sus ganancias. Además de comprarse lujosos autos y casas, es un apasionado de la navegación. El amor por el agua la heredó de su padre y hoy la comparte con su esposa Mery Perelló (33) –con quien luego de 14 años de noviazgo se casó en octubre de 2019–.
El año pasado Rafa vendió el barco que tenía en U$S 2.400.000 y encargó al astillero polaco Sunreef Yacht un catamarán de 24,5 metros de eslora, con una suite principal y cuatro cabinas más para alojar a 8 personas. En junio de 2020 llegó a su vida el “Great White” 80 Sunreef Power con motores de 1200 caballos capaces de proporcionarle una velocidad crucero de 16 nudos (algo así como 30 kilómetros por hora). La revista especializada en naútica “Robb Report” inmediatamente lo coronó como “El Mejor Yate del Mundo”. Con todos los lujos, se destacan una suite principal con vestidor, TV de techo abatible sobre la cama, balcón plegable privado, un living con una pantalla de TV de 77 pulgadas, un salón con decoración minimalista en colores cálidos y delicados como beige, gris claro, el café y el marrón pálido, con detalles en cristal y metalizados.
También posee una pared corrediza que se abre hacia la cubierta donde se encuentra un comedor para 12 personas y el lounge bar. Además posee un área de relax y juegos, más un garage de popa para las motos acuáticas y una plataforma de baño hidráulica con sector para tomar sol. Por supuesto no podía faltar una zona para barbacoa, grandes camastros y una piscina. Según lo mostró el sitio Guacamouly.com, allí están disfrutando de unos días de relax por Mallorca después que Nadal renunciara a participar en el tradicional torneo de tenis de Wimbledon y en los Juegos Olímpicos de Tokio. Hoy, Rafa Nadal y su esposa Mery quieren disfrutar un tiempo libre de compromisos y de la vida de casados que hasta ahora no les había dado la libertad de pensar en la posibilidad de convertirse en padres.