Altas Capacidades: Las funciones ejecutivas y la toma de decisiones

Existen dos sistemas. El sistema impulsivo, que comprende programas innatos, impulsos, hábitos y aprendizajes bien establecidos, así como respuestas automáticas o prepotentes que se activan de forma casi inconsciente, con poco esfuerzo deliberado. Su funcionamiento busca una gratificación inmediata.

Y el sistema reflexivo, que actúa anulando las respuestas del sistema impulsivo, mediante operaciones internas complejas que requieren esfuerzo y reflexión consciente. Con gratificaciones que suelen ser más alejadas temporal o espacialmente, pero necesarias para generar patrones de conducta más adaptativos.

Las funciones ejecutivas forman la base del sistema reflexivo desempeñando un papel central en el control de otros procesos mentales. inhiben conductas inapropiadas para el contexto social o los objetivos planteados, permiten la creación de nuevas conductas más adecuadas y son esenciales en situaciones novedosas o complejas, en las que no es posible recurrir a soluciones previamente aprendidas.

Permiten ejercitar el autocontrol de la conducta y de la atención, mantener y manejar la información mentalmente, adaptarse de forma flexible a cambios o situaciones novedosas y alcanzar las metas y objetivos. Es decir, que dotan del autocontrol necesario para la armonía entre la vida social y el cumplimiento de las metas personales de alto valor para el individuo, esta armonía, se relaciona a su vez, con la sensación de felicidad o bienestar

En la vida cotidiana, se manifiestan en aspectos clave, como la toma de decisiones, las habilidades socioemocionales, control de impulsos, uso efectivo del lenguaje y el buen rendimiento académico y laboral. Por el contrario, una disfuncionalidad en estas áreas, puede tener un impacto significativo en la vida de la persona, limitando su capacidad para alcanzar su verdadero potencial.

En el ámbito de la evaluación neuropsicológica, es crucial considerar la demanda de funciones ejecutivas que requieren las pruebas utilizadas. Su mal desempeño puede implicar, la desorganización en la gestión temporal, la impulsividad, la inflexibilidad cognitiva o la dificultad para sostener la atención, entre otras. Esto puede influir severamente en el rendimiento. Identificar y trabajar estos aspectos, no solo garantiza una evaluación más precisa, sino que también, contribuye al bienestar integral de la persona.

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Licenciada Patricia Simao 

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