La vida pasa sin preguntarte ni cómo ni cuándo ni por qué. Y así es como estando inmersos en nuestra rutina diaria, pasamos por alto su fragilidad. No deberíamos esperar enfrentarnos a una crisis o a una situación límite para valorarla plenamente. Desde mi experiencia personal, he aprendido que es posible honrar la vida de una manera más simple y significativa, y puedo decir que no es necesario esperar a que algo malo suceda.
Febrero se convirtió en un mes muy significativo para mí; hace un año tuve que enfrentar una situación de salud muy complicada que me hizo replantear muchas cosas en mi vida. Fue un punto de inflexión, donde de un minuto a otro, frente al resultado de un estudio médico, me fui a dormir sin saber si justamente “esa noche” era mi última noche o no. De repente, me di cuenta de lo frágil que es la existencia y de lo importante que es aprovechar cada instante, por más simple que parezca. Toda esa vivencia me llevó a reflexionar sobre cómo estaba viviendo, qué era importante y qué no, qué cambios significativos quería hacer en mi enfoque hacia la vida y, justamente, valorar esta segunda oportunidad.
A partir de esa experiencia he aprendido a vivir de una manera más relajada y natural, sin dejarme llevar por las presiones sociales y las expectativas externas. Descubrí que la verdadera felicidad no está en acumular posesiones materiales o en cumplir con ciertos estándares de éxito, sino en disfrutar de las pequeñas cosas, en agradecer lo que tenemos, en cultivar relaciones amables con los demás y en poder vivir en presente, aun proyectando un futuro próspero o con ambiciones, pero que eso no te quite la tranquilidad. Suena trillado, pero aprender a vivir en el presente, en lugar de preocuparnos constantemente por el futuro o lamentarnos por el pasado, es clave para fluir con tu día a día.
¿Alguna vez pensaste de qué forma simplificar tu vida? Yo aprendí a deshacerme de aquello que era insignificante y solo ocupaba lugar, o de lo que no me aportaba felicidad o que me generaba estrés innecesario; incluso esa técnica podemos aplicarla a objetos, trabajos, relaciones, etc. Muchas veces nos dejamos llevar por la vorágine de la vida moderna, persiguiendo metas o vínculos que, en realidad, no nos hacen más felices. Aprender a priorizar lo que es realmente importante para nosotros y a dejar de lado lo superfluo puede ser una forma poderosa de vivir de manera más auténtica y plena.
Es importante tomar conciencia de que no es necesario esperar a que nos pase algo, o que enfrentemos a una situación límite para valorar la vida. Cada día es una oportunidad para celebrarla, para vivirla plenamente y para aprender a disfrutar de cada momento. A través de mi experiencia personal, he descubierto que es posible vivir de forma más relajada, libre y auténtica, honrando la vida en su totalidad y encontrando la felicidad en las cosas simples. ¡Celebremos la vida cada día!
Gabriela Colodro
Escritora, mentora, coach
@gabymentorcoach