A veces, para acercarse a un sueño, hay que arriesgarlo todo. Vendí mi oro y saqué una tarjeta de crédito para comprar mi primer maquillaje profesional y pagar una capacitación. No tenía un plan B, solo la convicción de que lo iba a lograr.
Al principio maquillaba gratis a cualquiera que aceptara ser mi modelo: amigas, vecinas, conocidas. Practicaba hasta que cada movimiento fuera natural, aprendía a escuchar y a descubrir la belleza en cada persona. Mientras tanto, empecé a mostrar mis trabajos en Instagram, tratando de abrirme camino en el mundo digital.
Éxito en Rusia
Con el tiempo, los frutos llegaron: abrí mi propio estudio, la agenda se llenó por meses, di cursos y formé alumnas. Todo parecía perfecto: estabilidad, reconocimiento, futuro asegurado. Pero la vida me sorprendió. Los cambios en mi país me llevaron a tomar una decisión difícil: emigrar con mi familia a la Argentina.
Un nuevo comienzo en Buenos Aires
Acá, todo fue de cero. Sin clientas, sin idioma, sin contactos. Pero con la experiencia y la pasión como motor, en apenas tres meses ya tenía la agenda completa y muchos cursos, aunque todavía en ruso. Aprendía castellano sobre la marcha, me comunicaba con gestos y buscaba formas creativas de enseñar sin palabras. Ese desafío, lejos de frenarme, me dio más fuerzas para crecer.
Filosofía de belleza
Hoy creo que el maquillaje es mucho más que cosmética. Es un diálogo con el mundo. Cada mujer puede expresar quién es y qué quiere contar a través de su look.
Amo ver cómo se encienden los ojos de una clienta cuando se mira al espejo y descubre otra versión de sí misma. Mi estilo se basa en la naturalidad, la frescura y el juego de acentos. Los peinados también tienen que verse simples y ligeros, como si el cabello hubiera caído así de manera espontánea, aunque detrás haya un trabajo detallado para resaltar la personalidad.
El presente y lo que viene
Hoy maquillo para desfiles de moda, alfombras rojas, trabajo con celebridades y formo a nuevas maquilladoras. Mi próximo sueño es dar un paso en la industria del cine, donde los personajes también se construyen a través de su imagen.
De la nada al éxito mundial
Cuando miro hacia atrás, veo mi recorrido: de una tarjeta de crédito y un neceser vacío, a un éxito mundial. Este camino me enseñó que los sueños siempre valen el esfuerzo. Lo único indispensable es creer y avanzar.
Evgenia Grigorevskaia
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