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La definición clásica de infertilidad dice que una pareja que no logra embarazo luego de un año de búsqueda con relaciones sexuales frecuentes y sin método anticonceptivo, debería consultar a un profesional. Esto se da en alrededor del 15% de las parejas heterosexuales en edad fértil. Sin embargo, ante la presencia de ciclos menstruales irregulares, antecedentes de cirugías ováricas o pélvicas, endometriosis, antecedente de enfermedad inflamatoria pelviana o edad mayor a 35 años en la mujer, son escenarios en los que se sugiere la consulta precoz.
Si bien, como decíamos la infertilidad afecta alrededor del 15 % de las parejas heterosexuales, las consultas por dificultades reproductivas han aumentado respecto a épocas pasadas. Hoy los cambios sociales brindan un marco para que más personas solas busquen embarazo, al igual que parejas homoparentales o incluso personas que construyen otros modelos de familia. Además, las mujeres buscan embarazo a una edad mayor que en el pasado lo que disminuye las chances de obtener buenos resultados ya que caen las tasas de embarazo, acompañado de un aumento de los riesgos reproductivos y obstétricos.
Por último, se suman aquellas mujeres que recurren a la criopreservación de óvulos como medio de preservar su fertilidad.
A la hora de avanzar con la consulta, los pacientes suelen confiar en su ginecólogo para los primeros pasos o bien para la sugerencia del centro a tratarse. También entra en consideración la cobertura médica que cada paciente posea. Por eso, dentro de lo que cada situación lo permite, es importante, además de priorizar la relación médico paciente que es fundamental en este tipo de procedimientos, , que el paciente evalúe los aspectos tecnológicos del laboratorio (técnicas de selección espermática, cantidad de incubadores, uso de incubadores con time lapse, etc.) al momento de elegir la Institución donde tratarse.
En la primera consulta con el especialista se confecciona la historia clínica detallada (antecedentes personales y familiares) y suelen solicitarse los estudios necesarios para arribar a un diagnóstico o bien para avanzar con los procedimientos (extracción de sangre para rutina completa, estudios hormonales y endócrinos, ecografía de conteo folicular, cultivo de flujo, histerosalpingografía para evaluar cavidad uterina y permeabilidad tubaria, espermograma completo, cariotipo para evaluar la cantidad y estructura de los cromosomas) y finalmente se explica de acuerdo al caso los riesgos genéticos posibles. Se evalúa la exposición a ciertos tóxicos ambientales, tareas laborales y hábitos que pudiesen dañar la fertilidad. Dentro de estos últimos prestamos especial atención al tabaquismo y al peso de los pacientes. Es sabido que un peso no saludable suele alterar los aspectos reproductivos. Por ello es importante encontrarse dentro del peso ideal e intentar llevar un estilo de vida saludable, no solo para el procedimiento reproductivo, sino para disminuir complicaciones obstétricas y futuras en la vida.
Una vez obtenido el diagnóstico estamos en condiciones de indicar el mejor tratamiento para ese caso y programar el inicio del mismo. Las técnicas de reproducción asistida tienen varias etapas, todas dinámicas y exclusivas de cada paciente, pero no cabe duda que iniciar el tratamiento en las mejores condiciones nos coloca en un mejor escenario a la hora de los resultados.
Susana Kopelman (M.N. 75919)
Especialista en Medicina Reproductiva
Directora de Docencia de CEGYR
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